JOSE BRECHNER
Aquellos que confían sus inversiones en los consejos de gurús económicos, sin tomar en cuenta los acontecimientos políticos, pueden llevarse desagradables sorpresas en el futuro cercano.
En América Latina, Brasil se está convirtiendo en la meca del inversionista argentino, quien no contempla que ese país está siendo gobernado por el partido comunista, pero con un título más noble. Obviamente para los empresarios argentinos, que están acostumbrados a las más grandes barrabasadas de sus gobernantes, el Brasil les parece sólido y estable.
Risiblemente, los potentados brasileros, que superan económicamente a los argentinos con varios ceros, están invirtiendo en los Estados Unidos, porque para ellos ese es un mercado más seguro que el propio.
Para decepción de los millonarios sudamericanos, Estados Unidos tampoco ofrece todavía las garantías adecuadas, y en el norte, mil millones pueden durar un día.
Los gobernantes latinoamericanos están con buena fortuna gracias a la demanda de commodities y se creen dueños del mundo, particularmente los brasileros. Como las migajas de los ricos les caen a los pobres, el país está feliz y las favelas siguen creciendo.
La presidente argentina, que se considera un genio político y empresarial, sugirió que el mundo copie su modelo económico. Cristina hace muchos años que no camina por las aceras de Buenos Aires llenas de baldosas rotas y calles que apestan con basura. Tampoco le afecta la inflación. Cristina se cree grande porque tiene 6.000 millones de dólares de superávit. La Argentina debería tener 60.000 millones, tomando en cuenta su potencial.
México está en manos de los narcotraficantes. La violencia es tan feroz, que está ahuyentando a los inversores extranjeros y a los turistas.
Brasil y Argentina viven principalmente de la exportación de productos agrícolas. Sus mayores compradores son India y China. Los dos gigantes asiáticos les venden productos manufacturados y servicios a los norteamericanos. Si Estados Unidos vuelve a entrar en crisis y deja de comprarles a China e India, todos volverán a caer en el pozo.
¿Cuál es la situación en el norte? El senador republicano Judd Gregg, experto en asuntos económicos, con 30 años de experiencia en el servicio público, habla de un “derretimiento fiscal” en Estados Unidos. Gregg es, “el hombre”, en el Comité Bancario y de Presupuestos del Senado. Fue nominado para Secretario de Comercio por Obama, pero éste rechazó el ofrecimiento.
El senador habló acerca del enorme déficit sobre el que está operando el gobierno estadounidense, advirtiendo que está en un “carril insustentable”. Si sigue al paso actual, duplicará su deuda fiscal en cinco años y la triplicará en 10. Gregg comparó los problemas de Estados Unidos con los de Grecia. Apuntó que 70 millones de estadounidenses están a punto de jubilarse, en comparación con los 35 millones que actualmente dependen del Seguro Social.
Obama quiere aumentar los impuestos para sustentar sus proyectos sociales, lo que hundirá a los pequeños empresarios, quienes no podrán contratar nuevos empleados. La solución es al revés, debe recortar impuestos y dejar que prosperen las empresas para que den trabajo a los que no lo tienen. Pero eso va contra sus esquemas izquierdistas, igual que sucede con los gobernantes latinoamericanos.
La progresía nunca generó riqueza consistente y no la producirá ahora. Si se está viendo una aparente recuperación, es circunstancial.
En América Latina la evasión impositiva está institucionalizada, lo que les permite a los industriales marginar ganancias, que desean transferir al extranjero. Eso no salvará su patrimonio. La única alternativa sana y duradera para el crecimiento económico, es cambiar el curso político.
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