Por José Brechner
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático o COP26 “Conference of the Parties” (Conferencia de las Partes) ha logrado su objetivo de convencer a todos los países de que el cambio climático es una amenaza existencial y que se necesita urgentemente de por lo menos un billón de dólares para evitar que el planeta deje de existir.
Los participantes han decidido contribuir con 100.000 millones de dólares anuales hasta llegar al billón. La meta oficial es: “Impedir que suba la temperatura planetaria en más de 1,5 grados centígrados, como producto del efecto invernadero, causado por el dióxido de carbono que producen los vehículos a combustión y las vacas”.
Por experiencia, deberíamos saber que nada de lo que dice o hace las Naciones Unidas es confiable. Sin embargo, hasta la Reina Isabel que tiene más experiencia que nadie, también cayó en la trampa, dando su visto bueno a la COP26.
Si la ONU se muestra preocupada por el clima, es únicamente porque le va a permitir enriquecer a sus funcionarios. El solo hecho de que la ONU esté involucrada, es motivo suficiente para sospechar de que algo sucio está ocurriendo.
La mugre de la ONU es más contaminante y dañina que la de cualquier gas y como su norma es mentir, agregaron al Metano, como un causante adicional del cambio climático.
Según los diplomaleantes, el Metano; el gas natural más limpio del universo, es una amenaza para la humanidad.
El Metano (CH4) también se llama Tetrahidruro de carbono, Hidruro de metilo, o Gas del pantano. Es el gas que soltamos los mamíferos cuando hacemos la digestión. A veces apesta pero no mata.
Existe 0,0001% de Metano en la atmósfera o el equivalente a una parte por millón (1 ppm).
Para tener una idea más clara de lo que son las partes por millón, hagamos de cuenta de que estamos con alguien que tiene un millón de dólares y es miserablemente tacaño.
El 10% de un millón son cien mil dólares; el 1% son diez mil dólares; el 0,1% son mil dólares; el 0,01% son cien dólares; el 0,001% son diez dólares. Pero cuando llega el momento de pagar el café de un dólar, que es el 0,0001% o 1 ppm, el millonario roñoso llora por dentro pensando que se le acabará su fortuna si mete la mano en el bolsillo.
Los alarmistas climáticos son iguales a los millonarios avaros y piensan que el 0,0001% de metano puede destruirles la vida. En realidad, son descarados sinverguenzas izquierdistas que usan la ignorancia del vulgo para obtener poder y dinero. Los hay de varias categorías, Greta que es ignorante; Joe Biden que es ignorante y canalla; la ONU que es netamente canalla.
El otro gas “asesino” al que le echan la culpa, es el vilipendiado CO2 o Dióxido de Carbono, que es un gas natural inocuo. La proporción de CO2 en la atmósfera es de 0,04% o 400 ppm. Es igualmente imperceptible y elemental para la vida, pero a los activistas parece que les quemó las neuronas.
El ser humano no puede alterar la composición de la atmósfera pues es un microbio en relación a la dimensión del planeta.
Para tener una idea de dónde estamos parados, literal y figurativamente, sirve de referencia entender lo siguiente: La Tierra está girando constantemente a 1.600 kilómetros por hora sobre su propio eje (rotación) y no salimos volando; ni siquiera nos damos cuenta de que estamos en movimiento.
Somos como microbios en la rueda rodante de un gigantesco camión en acelerado movimiento. Pretender cambiar el clima es como que los microbios traten de pinchar la rueda. Lo que hagan los microbios sigue siendo microscópico en comparación con la dimensión de su entorno.
El calentamiento y enfriamiento de la Tierra, son el resultado exclusivo de las manchas solares (explosiones) que se producen en ciclos cósmicos esporádicos de 11 años y sus efectos se pueden sentir por muchas décadas. (Se las llama manchas porque es la apariencia que adquieren sobre la superficie solar cuando se las observa con los telescopios).
Las auroras boreales que aparecieron recientemente en lugares alejados del Polo Norte, son el resultado colateral de las descomunales llamaradas emitidas por las manchas solares, que son potentísimas explosiones internas, más grandes que si las 14.000 bombas nucleares existentes en el mundo reventaran al mismo tiempo. El área que cubre cada mancha tiene un diámetro mayor que el de la Tierra.
En 2008 comenzó el ciclo solar 24 que ha sido débil, por debajo de la norma, con apenas 116 manchas y concluyó en 2019.
Según la NOAA, la oficina del gobierno de Estados Unidos para el estudio y monitoreo del clima, el Sol ingresó casi simultáneamente -en Diciembre de 2019- en el ciclo 25, que durará hasta Diciembre de 2030 y predijeron que sería un período débil similar al 24 con solamente 115 manchas solares.
Otro estudio, realizado por el Centro Nacional de Investigación Atmosférica de Boulder, Colorado, contradice a la NOAA y dice que el ciclo solar 25 empezó en Septiembre de 2020 y alcanzará un pico muy activo de 260 manchas solares, algo pocas veces contemplado en el pasado. Este pronóstico está siendo aceptado como el más atinado.
¿Por qué hay contradicciones? Porque se sabe muy poco acerca del comportamiento del Sol y del clima en la Tierra. Las predicciones son suposiciones de algo que puede suceder o no. Los meteorólogos rara vez dan en el clavo. Este es el motivo principal por el que muchos científicos decentes prefieren aceptar las decisiones burocráticas antes que sus propios estudios.
Por el momento, les conviene adherirse a la corriente apocalíptica que afirma que el hombre está aumentando la cantidad de CO2 y que éste calienta el medio ambiente. Si se logra la reducción de CO2 y el clima no cambia, los amedrentados científicos, dirán que ese no era el causante del calentamiento y apuntarán a otro lado. Eso puede demorar mucho tiempo, mientras tanto no faltará dinero para pagar sus sueldos y financiar sus investigaciones.
El clima y los fenómenos naturales son impredecibles. Los satélites, observatorios y demás equipos tecnológicos, todavía no nos permiten determinar cuándo ocurrirá un terremoto o un volcán entrará en erupción; si vendrá una helada, un huracán, un maremoto, un tornado. A lo máximo que llega la ciencia, es a advertirnos con muy poca anticipación, de que algo puede suceder. Los pronósticos son lo más cercano a la adivinación.
Con relación al dióxido de carbono y el metano, la realidad es, que así se dupliquen sus proporciones existentes, no puede pasar absolutamente nada; 0,08% de CO2 y 0,0002% de CH4 siguen siendo cantidades despreciables en la atmósfera.
Uno, cien o mil dólares, no merman la fortuna de un millonario avaro. Su problema no es material, es mental. El cambio climático en manos de los burócratas, no es un tema meteorológico, es un instrumento político.
La Teoría Cinética Molecular enseña, que los gases consisten de números muy grandes de pequeñísimas partículas esféricas que están muy separadas entre sí comparadas con su tamaño y se mueven velozmente de forma aleatoria.
Las distancias atómicas y moleculares en los gases, son muchísimo mayores que en los sólidos o líquidos. La mayor parte del volúmen de un gas es espacio vacío. De manera que el argumento de que se está formando una capa de CO2 que está cubriendo a la Tierra es absurdo.
Si los gases se acumularan en el techo del planeta sin escapatoria, por qué no se acumularon en los millones de años pasados. ¿Por qué los niveles de gases en la atmósfera siempre se han mantenido constantes?
Si los gases no se diluyeran en el espacio, estaríamos sintiendo los efectos de las bombas nucleares que se tiraron en el pasado, de los bosques que se quemaron y de los volcanes que entraron en erupción. Hubiésemos desaparecido hace mucho tiempo.
Los gases obedecen a la Ley de Entropía, que explica, que todo en el universo tiende al desorden y la expansión. Las moléculas gaseosas no se organizan para formar un cobertor sobre el mundo.
La Tierra mantiene un equilibrio ecológico dictaminado por el universo que nos permite la vida a través de la fotosíntesis. Sólo el cosmos puede alterarlo a través de los efectos climáticos. El clima es la más clara manifestación del poder de la naturaleza sobre el hombre. Nadie más puede modificarlo y no debería atreverse a hacerlo. Ir contra natura siempre es estúpido.
Todo el dinero que se está gastando para combatir el calentamiento global debería utilizarse para protegernos de él y no para intentar de eliminar a las vacas y los vehículos a combustión. La sola asociación de vacas y autos como los causantes del cambio climático demuestra la imbecilidad del postulado.
El asunto es muy izquierdista. A los progres les gusta mezclar y controlar todo; idioma, sexo, raza, educación, salud, vivienda, comida, clima, transporte, haciendo un menjunje incongruente, típico de sus totalitarios cerebros retorcidos, para establecer un modelo al que todos se tienen que acomodar en todos los aspectos, les guste o no. Si nos quitan las vacas y los autos, tendremos que volvernos vegetarianos y andar en bicicleta, a la fuerza.
No existe el clima malo, existe la mala protección contra el clima. Los países deberían invertir en represas, caminos sólidos, puentes, encauzar los ríos, edificar una infraestructura adecuada a prueba de cataclismos.
Obviamente, debemos mejorar el habitat, limpiar los océanos y los lagos, reciclar las basuras, encontrar sustitutos para los plásticos, preservar la vida animal y vegetal, y no gastar billones en querer reducir el CO2 y el CH4 maquinando proyectos irreales, inservibles y carísimos, para enriquecer a los burócratas y sus socios.
La enfermedad ha contagiado a todas las instituciones del planeta y Google ha quitado toda la información adversa a los alarmistas climáticos. Donde busques en la red, solamente encontrarás artículos que sustentan las mentiras de la ONU y sus colaboradores.
La censura es asombrosa. No existe un control igual sobre las opiniones y propagandas de los terroristas, comunistas, nazis, negadores del holocausto y todas las demás alimañas de la tierra.
John Coleman, el fundador de The Weather Channel (El Canal del Tiempo). El pionero de la meteorología moderna, galardonado como el mejor meteorólogo de los Estados Unidos dijo, que el cuento del calentamiento global era “la estafa más grande de la historia”.
Coleman falleció en 2018 y son muy pocos los que hoy se atreven a contradecir a los estafadores. La caza de brujas es feroz contra cualquiera que refute lo establecido por la dominante izquierda, que sigue confundiendo al mundo, ganando dinero y terreno.
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