Por José Brechner
Joe Biden ha solicitado una partida de 36.000 millones de dólares para combatir el cambio climático en 2022. Según él y su gabinete, el problema atmosférico es la causa de todos los males en el planeta, lo cual incluye: el hambre en África, los sintecho en Estados Unidos, la emigración masiva de América Latina, la ola de crímenes en Chicago, el triunfo del Taliban, el embotellamiento del tráfico, el terrorismo, la pandemia china, la obesidad y las hemorroides.
Adicionalmente, para su gestión actual, en lo que queda hasta fin de año, el presidente de Estados Unidos solicitó un estímulo extraordinario de $3,5 Billones -equivalente al PIB de Alemania- cuyo objetivo principal es, obviamente, combatir el cambio climático. De paso, prohibió la explotación petrolera. La gasolina subió en algunos lugares de $0,25 a más de $1,00 por litro, disparando la inflación.
¿Hay un cambio climático? Sí. ¿Es producto de las actividades humanas? No. Los fenómenos meteorológicos, normales y anormales, son exclusivamente producto de la actividad solar.
Cuando en el Sol se producen “manchas” (explosiones), el cual es un acontecimiento temporal que ocurre en ciclos de crecimiento y disminución de 11 años, correlativamente sube y baja desproporcionadamente la temperatura de la Tierra, perturbando sus condiciones climáticas, magnéticas y gravitacionales, alterando el comportamiento de los vientos, volcanes, ríos, océanos y de los sistemas de telecomunicaciones.
Las manchas solares son explosiones internas con una potencia de 1.000 Millones de Megatones de TNT. (Las bombas atómicas soltadas en Hiroshima y Nagasaki fueron de 20.000 megatones cada una). Una mancha solar es aproximadamente del diámetro de nuestro planeta; 13.000 Km.
Desde 1749, la Tierra ha experimentado 23 períodos completos de manchas solares. Actualmente estamos sintiendo las consecuencias del período 24, que empezó en Diciembre de 2008 y terminó en Diciembre de 2019.
Al comienzo, el ciclo solar fue mínimo, con apenas 82 manchas en un lapso de 23 meses. Posteriormente aumentó, llegando a un pico de 99 en 2011 y 101 explosiones en 2014. Esa es muchísima energía desparramada que puede ocasionar extrañas reacciones meteorológicas. Como la energía nunca desaparece, sino que únicamente se transforma, las secuelas se sienten por muchos años.
Hubo tiempos parecidos en el pasado. Del año 950 a 1250, por 300 años se vivió el “Período de Calentamiento Medieval”. Mucho antes, desde 250 AC hasta 400 DC, por 650 años, se sintieron los altibajos climáticos del “Período de Calentamiento Romano”.
Curiosamente, desde 1645 a 1715, no se registró ninguna mancha solar, suscitando un enfriamiento parcial e intermitente de la Tierra, al que se denominó la “Pequeña Edad de Hielo”. Según la NASA, los efectos sobre el planeta duraron hasta 1830. (Hubo que cargar un sweater por 185 años).
En medio de estos colosales acontecimientos galácticos, cada 80 o 100 años el Sol puede entrar en una fase denominada el “Ciclo de Gleissberg” que creen que pronto volverá a producirse. Durante ese tiempo aumenta o disminuye la fuerza de los “vientos solares” (poderosas llamaradas). El ciclo más reciente se dio en 1996-2008 y 2008-2020 siendo de actividad solar mínima. Se especula que eventualmente ocurrirá uno de máxima actividad en los próximos 10 años, que incrementará el número de manchas solares entre 210 y 260 por año.
El mayor temor de los científicos que pronostican esto, es que tal vez nos vayamos a quedar sin internet por varias semanas o meses. Estos son científicos de verdad, no ignorantes gángsters de la ONU ni del gobierno de Biden y trabajan en el “Centro de Predicción del Clima Espacial”, dependiente de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica).
Estos vientos, son destellos descomunales que pueden alumbrar la Tierra de manera espectacular, haciendo que la Aurora se pueda ver en lugares alejados del Polo Norte. En Septiembre 1 y 2 de 1859 una poderosísima tormenta geomagnética golpeó la Tierra durante el Ciclo Solar 10, que iluminó el noreste de Estados Unidos al punto tal, que en plena noche se podía leer un periódico como si fuese de día. La Aurora fue visible hasta en México y Hawai. Ese acontecimiento luminoso se conoce como el “Evento Carrington”.
Las poco conocidas actividades del dios Sol y otros sucesos siderales que están bajo estudio, modifican de vez en cuando el grado de inclinación del eje de la Tierra, ese tremendo desplazamiento está sucediendo ahora y también ocurrió en el pasado.
Este movimiento de la masa planetaria, más la evidencia histórica, no contemplada por la emotiva Greta, nos permite asegurar con firmeza, que el ser humano no tiene mucho que ver con el cambio climático, pues los hombres, con todos sus juguetes, no tienen la fuerza para producir un impacto de tamaña magnitud. (Es como si un piojo quisiera empujar el Empire State Building). Obviamente, la desviación del eje terrestre, ocasiona colosales sorpresas geotérmicas.
El discurso elegido por los políticos y su claque, se concentra en el CO2. (Dióxido de Carbono o Anhidrido Carbónico, que es lo mismo). El CO2 es parte del aire. Los seres humanos cuando respiramos, inhalamos “Aire” y exhalamos “Anhidrido Carbónico” (Escuela primaria, 4to grado; Srta. Piccini).
El aire está compuesto principalmente de cuatro gases: 78% Nitrógeno; 21% Oxígeno; 0,93% Argón y 0,04% Dióxido de Carbono. Hay que hacer énfasis en este detalle: “0,04% de CO2”. Una cantidad casi imperceptible que se mantiene constante desde que el mundo es mundo.
El CO2 se mantiene en proporciones invariables en la atmósfera porque el cosmos funciona a su manera, buscando su equilibrio, obedeciendo a las inmutables leyes físicas del universo sin importarle las actividades humanas.
Como dijo Einstein: “En el comienzo, Dios creó las leyes mecánicas de Newton que incluyen el comportamiento kinético de los gases”.
El CO2 pese a ser insignificante en proporción, es elemental para la vida. Todos los seres vivientes; humanos, animales y plantas, inclusive aquellos que habitan en lo más profundo de los océanos, precisan de CO2 para existir.
Pero en esta época de oscurantismo globalizado, en el que la enojada Greta, el enclenque mental de Biden y los maleantes de las Naciones Unidas, comunican que el planeta va a desaparecer mañana porque los automóviles producen mucho CO2; la desinformación es la mejor fuente de enriquecimiento para los burócratas.
El exvicepresidente Al Gore, disfrazándose de adalid de los luchadores contra el “Calentamiento Global”, recaudó $50.000 millones de dólares para concientizarnos acerca del inminente final, que debió suceder hace 20 años. Su farsa le permitió enriquecerse con más de $300 millones de dólares y se compró una mansión en el vértice de una pequeña península, sin temor a que las crecientes aguas de los mares lo ahoguen.
El engaño funciona así: El humo que sale de los vehículos a combustión y de las chimeneas de las fábricas, contiene Dióxido de Carbono, Monóxido de Carbono y otros gases, en minúsculas cantidades, que se diluyen en la atmósfera. Todos los gases, incluso el Oxígeno, son tóxicos en proporciones estrafalarias; como todo. El agua también puede matar causando hiponatremia (disminución de Sodio en la sangre) si la bebes con exageración.
El CO es el peor veneno atmosférico, pero no se le puede acusar de ser el causante de los huracanes, lluvias torrenciales, derretimientos, heladas, ni nada parecido, de manera que buscaron a otro culpable, más inocente y abundante, que es el CO2.
Recordemos nuevamente, que la abundancia de CO2 en la atmósfera es de apenas 0,04%. El CO es más insignificante y volátil. Ni siquiera se puede medir en porcentajes. En lugares cerrados con aire muy contaminado llega a 100 partes de CO por cada 1.000 millones de partes de aire. Una colosal y densa erupción volcánica, puede generar como tope máximo, 2% de CO, que se desvanece rápidamente.
Combatir la contaminación ambiental -que es peor en algunos lugares que en otros- no es una emergencia que requiera de cientos de miles de millones de dólares inmediatamente, pues los terráqueos estamos aplicando desde hace mucho -voluntariamente o por ley- acciones proactivas para mejorar nuestro entorno.
Pero como “TODOS” los encargados de los asuntos ecológicos viven del Estado o de donaciones y les fue muy bien con Al Gore, la farsa del “Calentamiento Global” que decidieron rebautizar (después de crudos inviernos) a “Cambio Climático” como producto del comportamiento humano, es el embuste más lucrativo del momento.
El argumento de los fatalistas es que el CO2 al expandirse se combina con el vapor de agua, haciendo que el planeta se caliente causando un “efecto invernadero”. Lo mismo ocurre con los demás gases, incluso los orgánicos lanzados por las vacas y los otros animales, que comprende a la bestia humana. Pero un pedo nunca mató a nadie.
El CO2 calienta el ambiente de forma parcial y temporal, no en la medida que claman los políticos ni mi amiga Greta. El punto más importante e indiscutible, es que la mentira del efecto invernadero viola la Segunda Ley de Termodinámica o Ley de Entropía.
La ley dice lo siguiente: “La entropía de cualquier sistema aislado siempre aumenta”. De manera que, “los sistemas aislados evolucionan hacia un equilibrio térmico de máxima entropía”. (Entendamos la palabra entropía, como: dispersión, desorden, o caos).
Más simplemente: “La entropía del universo (el mayor sistema aislado) solamente aumenta, nunca disminuye”. El universo está en constante expansión, por eso es infinito.
Veamos un ejemplo doméstico de entropía: Si un dormitorio nunca es limpiado ni ordenado; inevitablemente, con el tiempo se volverá más sucio y desordenado. Cuando el dormitorio es limpiado y ordenado, disminuye su entropía, pero el esfuerzo desplegado en limpiarlo ha resultado en un incremento de la entropía afuera del dormitorio, que excede a la entropía perdida. (O sea; ordenar el dormitorio requiere de mayor energía que desordenarlo y es imposible desordenarlo y ensuciarlo como estaba antes).
Einstein lo dijo de manera más comprensible: “Si abres un frasco de perfume, el aroma se expandirá por todos lados, pero será imposible volver a meterlo en el frasco”.
Esto ocurre con todos los gases, de manera que el cuento del efecto invernadero es una historieta mayúscula, pues el CO2 no solamente se expande hasta encontrar su equilibrio térmico, sino que a medida que se expande se enfría.
Cuando se les plantea este punto a los comerciantes del apocalipsis, estos arguyen que se forma una especie de capa (como una frazada) que mantiene el calor sobre la Tierra, lo cual es mentira, porque el 0,04% de CO2 se mantiene constante y las leyes de la termodinámica son determinantes. El universo y todo lo que este contiene no tiende a calentarse, sino a enfriarse.
Si el CO2 aumentase proporcionalmente en el aire que respiramos, habría gente sufriendo de hipercarbia o hipercapnia (exceso de CO2 en la sangre) muriendo de acidosis respiratoria. Esto no está ocurriendo ni ocurrió jamás.
Este ni siquiera es el temor que infunden los encargados de fomentar la psicosis, porque no saben de biología ni medicina y contradice sus mentiras. Entonces, amedrentan a las masas con futuros cataclismos que los atribuyen al comportamiento del hombre.
El entorno ecológico debe ser protegido porque no queremos vivir en medio de basuras y; utilizar energía limpia, es ideal para muchas cosas, pero no es aconsejable para todo, pues nos hace dependientes precisamente de aquello que no es controlable: la naturaleza y los cambios climáticos.
Si dependemos de las turbinas eólicas para generar electricidad y un huracán destroza sus aspas, nos quedamos sin nada. Los paneles solares no funcionan si el cielo se nubla. La energía alternativa no debe ser empleada para retroceder a la Edad de Piedra, sino para mejorar el hábitat.
El CO expulsado por ciertas industrias y motores, es venenoso, pero no mortal como era años atrás, porque todos los vehículos e industrias, hoy utilizan métodos para diluirlo. Por esta razón, no se deben de eliminar los combustibles fósiles, pues su eficiencia está comprobada y son necesarios para realizar millones de tareas.
La histeria que se está fomentando es destructiva, pero beneficiosa para aquellos que se dicen ser los sanadores del mal. La porquería política que se pasea por las Naciones Unidas, conocida por ser la más falsa y oportunista del globo, está ansiosa de recibir miles de millones de dólares para salvar a la humanidad.
El domingo 5 de Septiembre de 2021, Chris Wallace en FOX News, entrevistó a Deanne Criswell, la administradora de la FEMA; la Agencia Federal para la Administración de Emergencias de Estados Unidos.
Wallace le preguntó: ¿Qué produce el cambio climático? Criswell contestó con absoluta franqueza: “¡No sé! Mi función es encontrar las estrategias más adecuadas para proteger a la población del clima extremo y tengo inicialmente 5.000 millones de dólares para comenzar”.
Los demás no tenemos sus medios, pero debemos hacer lo mismo. Aminorar las consecuencias, porque estos fenómenos astronómicos pueden durar muchísimos años. No hay que “combatir” el cambio climático, hay que “protegerse” de él.
Con suerte, para cuando se disipe el problema climático, tal vez conseguiremos que los imbéciles no voten por los ladrones para que nos gobiernen. Pero eso es más difícil de lograr que cambiar la órbita de la Tierra.
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