Por José Brechner
El 2 de octubre de 2017, el gobernador de La Florida, Rick Scott, invitó a una reunión cumbre a personas involucradas en el ámbito político y económico de la Florida y Latinoamérica.
Scott, consciente de que Miami es una ciudad predominantemente poblada con inmigrantes provenientes de América Latina, o descendientes de estos, tuvo la excelente idea de ofrecerles a los invitados la oportunidad de iniciar actividades conjuntas entre La Florida, considerada “la capital de Latinoamérica” y los latinoamericanos.
Debido a que América Latina sigue en su habitual rumbo de ser un proveedor de materias primas y prácticamente nada más que pueda entrar en el competitivo mercado internacional, su espectro económico para hacer negocios con los Estados Unidos es restringido.
Entre los participantes estuvieron, el senador Marco Rubio, la congresista Ileana Ros-Lehtinen y varios otros representantes nacionales. También intervinieron importantes CEO de varias empresas norteamericanas. Hubo dos oradores extranjeros vinculados con las empresas privadas del sur, Paulo Cesar de Souza e Silva, CEO de Embraer y Thomas H. Kenna, presidente de Panama Canal Railway Company.
Otro latinoamericano presente, fue el argentino Marcelo Mindlin, CEO de Pampa Energía S.A., quien pudo comentar acerca de aspectos relacionados a la economía de su país que nos tiene intrigados a todos, pero el empresario hizo de entrevistador en vez de entrevistado.
Para empeorar la invisible presencia argentina, habló su “Ministro de Producción”, Francisco Cabrera, único dignatario de estado extranjero invitado.
Que haya un ministro de “producción”, indica que hay “intervencionismo estatal”, contradicción que por sí misma confirma que la Argentina sigue sin entender las reglas del juego.
Evidentemente, el Ministerio de Producción fue inventado para acabar con el intervencionismo estatal, pero en vez de mejorar lo que hicieron los rusos y los demás países de la ex Unión Soviética, los argentinos están copiándolos.
Argentina está “subsidiando menos”, algunos servicios, sin tomar medidas políticas drásticas para enterrar el pensamiento peronista, fundamentado en el estado paternalista. En este punto, los ex miembros de la URSS fueron más efectivos; pulverizaron al socialismo.
Continuando con su irrelevante discurso, el ministro habló por lo menos dos veces del deseo de la Argentina de negociar con la Unión Europea. ¿Para eso fue a Estados Unidos? ¿Si lo invitan a China, va a hablar de su deseo de hacer negocios con Japón? Pancho parece muy buen tipo, pero si le abren las puertas de USA, hay que aprovechar para USA-rlas.
El Secretario General de la OEA, Luis Almagro, fue claro, preciso, diplomático. Tiene despejado el panorama de lo que acontece en Las Américas y asumimos que se mantendrá inamovible en su posición democrática frente a las dictaduras neo-comunistas.
Durante su disertación, en la sección de preguntas y respuestas, Luis Añez, ex diputado boliviano en el exilio, logró aplausos con sus cuestionamientos y fundamentos acerca de la opresiva realidad política boliviana, que todavía es desconocida para la mayoría.
Además del discurso central del Gobernador Rick Scott y sus diversas aportaciones durante el evento, es de destacar la exposición del Almirante Kurt Tidd, Jefe del Comando Sur, quien nos dio la tranquilidad de avisarnos que las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos conocen todo lo que pasa en la región y saben qué hacer si las cosas se ponen feas.
Brilló en el evento la intervención de los miembros del Instituto Interamericano para la Democracia, representados por Armando Valladares, Carlos Sánchez Berzaín y Carlos Alberto Montaner, quienes como siempre, dijeron lo justo y adecuado, esclareciendo hechos y proporcionando ideas para que la verdadera democracia y libertad se impongan en América Latina.
En resumen, políticamente la reunión fue un éxito. Comercialmente, a los latinoamericanos les falta avanzar mucho en creatividad industrial y cibernética, para ingresar en las grandes ligas. Tendrán que seguir exportando carne, lana, soja y minerales. O sea que para entrar al siglo 21 deberán esperar medio siglo más.
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