Por José Brechner
Nunca fui un fan de Julian Assange. Escribí decenas de artículos criticando su imprudencia por revelar secretos de estado y por su conducta arrogante. Sin embargo, porque sé que Hillary Clinton es la persona más inescrupulosa en el mundo político, hoy aplaudo el trabajo del creador de WikiLeaks.
Desde 2012 Assange está refugiado en la embajada de Ecuador en Londres. Penden sobre él dos acusaciones de intento de violación, presentados por dos mujeres suecas, que son el instrumento y la excusa para detenerlo, extraditarlo y juzgarlo, por sus hackeos a la diplomacia.
Obviamente el encierro y el tiempo hicieron que Assange madure. Revelar secretos de estado en época de guerra, cual es el actual, es peligroso para la humanidad. Revelar la corrupción en las entrañas del país más poderoso del mundo nos beneficia a todos.
Ocurre que, en Estados Unidos, el lobbying, “influir en asuntos políticos o públicos" es legal. Los diputados y senadores, más cientos de ONG, dedican tiempo y dinero (mucho dinero) para lograr pasar o refrenar leyes y decretos que puedan afectar sus intereses. En español, lobbying significa, coimear o sobornar.
En Estados Unidos, el lobbying es abierto, se hace sobre la mesa bajo la mirada de todos. En Latinoamérica y el resto del mundo, se hace debajo de la mesa. El propósito es el mismo, y el resultado también. Hace que el coimeado habiéndole hecho un favor al pagador, reciba una retribución. Así se benefician los políticos que logran acumular fortuna.
Hillary Clinton dijo que después de haber estado ocho años en la Casa Blanca, cuando su esposo fue presidente, salieron sin un centavo. Hoy los Clinton valen más de 100 millones de dólares, y nunca ejercieron un trabajo regular de índole comercial o empresarial.
Bill, como presidente, hizo favores a muchos. Indultó a Marc Rich, el deudor más grande al fisco, también a los implicados en el escándalo de Whitewater en el que su esposa estaba involucrada. Favoreció de igual manera a otros ricos y famosos y, posteriormente, como expresidente, viajó por el mundo dando discursos por los que cobraba hasta medio millón de dólares, de los cuales a veces se reportaba sólo la mitad.
Su mujer vendió favores a Arabia Saudita, Qatar, los Emiratos, y a otros millonarios países, a cambio de su influencia como senadora y principalmente como Secretaria de Estado.
La desfachatez de los Clinton es abrumadora. Sin duda debe ser la pareja de políticos más desvergonzada de la historia norteamericana. Hillary tiene el coraje de acusar a Trump de ser mujeriego, estando casada con el depredador sexual más notorio, quien dijo con mirada fija ante las cámaras: “Yo no tuve relaciones sexuales con esa mujer…”, refiriéndose a Mónica Lewinsky. Para Bill, el sexo oral es algo así como estrecharle la mano a una persona. Para saludarle es recomendable ponerse guantes.
Pues Mr. Clinton volverá a la Casa Blanca si su mujer es elegida presidente, de manera que la neo-nobleza americana representada por su ordinaria familia, continuará su cotidiano vivir carente de ética y moral, destruyendo los valores que hicieron grande a Estados Unidos.
Por suerte tenemos a WikiLeaks, que ha logrado desmarañar la corrupción, enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, falta de idoneidad, y delitos premeditados de la Clinton y sus allegados para que eso no suceda.
Si Trump es elegido presidente, lo lógico sería que pida el indulto de Julian Assange, ofreciéndole un alto y bien pagado puesto en la NSA, de forma que, utilizando su increíble destreza, sirva como investigador y protector de los intereses de Occidente.
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