por José Brechner
El triunfo electoral de Donald Trump, es la demostración más clara de la ceguera inducida a la que nos están llevando las izquierdas, que muestran una realidad ficticia en vez de la verdad.
Hasta minutos antes del conteo final de votos, importantes canales de televisión seguían dándole el triunfo a Hillary Clinton. Por supuesto que esos medios han perdido prestigio y confianza. Más abollado que otros resultó el New York Times, que, siendo el más importante portavoz de la progresía, optó por disculparse por tendencioso.
Los medios, alentando el añejo pensamiento izquierdista que siempre termina en totalitarismo, tergiversaron la realidad electoral en los Estados Unidos de forma tan maliciosa, que han puesto en duda el valor científico de las encuestas.
El oscurantismo se ha enraizado en los periodistas y estos lo transmiten a la gente. Esta es la fórmula perfecta para el deterioro total de la sociedad. La corrección política, que es una forma de censura de expresión colectiva, es el arma con el que los neo-socialistas empezaron su exitosa campaña de control de masas. Primero se muestra lo normal como anormal y, consecuentemente, lo anormal se convierte en normal.
La reprobación al lenguaje abierto e irrestricto, es el primer paso hacia la dictadura. Fue utilizada por los nazis y los comunistas. En la China de Mao, los niños que denunciaban a sus padres si estos criticaban al gobierno, eran premiados, y los padres eran enviados a campos de trabajos forzados, o ejecutados.
Los nazis obraban de igual manera, y siglos antes, durante la inquisición, aquellos que no se convertían al cristianismo estaban sujetos a la pena de muerte, tal como sucede con los islamistas hoy en día.
Estas formas de dominio de las muchedumbres, que Karl Marx supo expresar de forma romántica y convincente, convirtiéndola en utopía, hizo que centenares de millones de seres humanos fuesen asesinados o encarcelados por querer ejercitar su individualismo.
El colectivismo es encantador cuando te sientes solo y, la mayoría se siente sola. Hoy, los amigos son gente que en el mejor de los casos llegas a ver en una pantalla.
Estamos perdiendo el contacto social directo. La sensación de estar en trato físico con otros seres humanos se está convirtiendo en la excepción en vez de la regla.
Formar parte de un movimiento o compartir una ideología, por más irracional que esta sea, puede ser un factor de unión con tu especie.
El oscurantismo ha desplazado al sentido común. Europa es el continente perdido. En su inconsciente multiculturalismo colectivista, ha permitido el ingreso de sus peores enemigos para que se asienten en sus territorios. Lo que los musulmanes no pudieron tomar en sangrientas invasiones en el pasado, los europeos les están entregando voluntariamente en el presente.
El experimento, en equivalentes condiciones, está ocurriendo en casi todo el mundo. La elección de Donald Trump puede cambiar el curso en los Estados Unidos, y el efecto se irradiaría al exterior, si le dejan gobernar pacíficamente. Las izquierdas ya empezaron con sus desmanes, sin que el nuevo presidente haya accedido a su cargo todavía. Siguen negando la realidad. Primero fue verbalmente, ahora es violentamente. Tal como hicieron los nazis y los comunistas.
Los norteamericanos tienen la gran ventaja de ser más rápidos en reaccionar que otros pueblos. Lo han demostrado en las últimas elecciones. Han encontrado en Trump al portavoz de la coherencia. Ni muy a la derecha, ni muy a la izquierda. Se harán reformas que satisfagan a ambas partes. Trump nunca dijo que era un conservador tradicional. Se puede ser conservador en lo político y económico, y liberal en lo social.
El mayor problema que le espera al nuevo presidente, es el islam radical. En este terreno no hay lugar para la negociación. Solamente se puede solucionar por la fuerza.
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