Por José Brechner
Trump y Hillary son la culminación electoral del oscurantismo en el siglo XXI. Los dos impopulares candidatos no llegaron a la contienda por azar; son el fruto de decenas de años de metódica práctica de estupidez política, que se inició con la elección de Jimmy Carter y el advenimiento al poder de la izquierda inconsciente.
En pocos días veremos el primer debate presidencial, que es el punto de partida del tramo final de la carrera electoral. La mayoría indecisa de los norteamericanos, elige a su candidato después de escuchar a ambos contendientes respondiendo a las mismas preguntas.
La Clinton es ducha, tiene experiencia, maneja diestramente el vocabulario y tono político, y hará referencia a su pasado como Primera Dama, Senadora y Secretaria de Estado, para convencer a los votantes de que es la mejor calificada. Trump es ágil, hábil, no tiene experiencia política; pero se las ingenió para derrotar a 16 candidatos mejores que la Clinton.
Hillary guarda muchos cadáveres en el clóset; más que cualquier candidato en el pasado. El Donald tiene la oportunidad de lanzarle misiles que la aniquilen.
Si el público votante recapacita y retoma los valores éticos (representados por Trump) que hicieron de los Estados Unidos el país que fue, antes de que se pusiera de moda la corrección política; Hillary está acabada. Si se mantiene en la atmósfera la oscura nube que simboliza la Clinton, donde el hecho de que sea mujer es más importante que ser decente; veremos el infierno.
Lo más probable es, que los puñetazos en el ring impactarán por encima y debajo de la cintura. Si se es diestro, y Trump lo es, cualquier pregunta puede ser contestada como él quiera. Más aún en TV en vivo, donde no hay recule. Una vez metido el palito en la colmena, las avispas se encargarán de hacer lo suyo.
La Clinton tratará de esquivar las acusaciones personales de Trump y contraatacará. Cuando a él le toque defenderse sobre asuntos de contenido, se las ingeniará para prometer acciones concretas; sin importar cómo se llevarán a efecto. Le bastará con decir que se analizará el asunto con los expertos en su debido momento.
La izquierda ideológica, carente de principios, continuará apoyando a la demócrata. La derecha tradicional, defensora de los valores universales y el sentido común, sostendrá a Trump. Los independientes, son quienes determinarán quién es el mejor para dirigir el destino de la humanidad.
El “voto protesta” hacia cualquier tercer candidato sin chances y sin capacidad, es absurdamente insustancial y dañino para todos.
Hillary es el cáncer en la política norteamericana; no tiene cura, los Clinton han destruido las bases morales de la sociedad en todos sus aspectos. Son ladrones, mentirosos, indecentes, deshonestos, corruptos y causantes de muchas muertes. Trump es el SIDA al que se lo puede detener aplicando medidas preventivas.
En el momento crucial, frente a las urnas, hasta los más vigorosos cuestionadores de Trump, deberían darle su voto, si quieren ver cambios en un mundo donde los malos empiezan a dominar. Entre un honesto novato temperamental con buenas intenciones, y una experimentada burócrata embustera con siniestro pasado; la lógica indica que convendría elegir al novato honesto. Nunca sucedió que los demócratas ganasen una elección después de dos periodos consecutivos en el poder, esperamos que la ecuación no cambie.
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