Por José Brechner
La expansión del islam en Occidente, va acompañada del cambio demográfico más dramático en la historia, coincidente con “El libro verde” de Gadafi que dice que los no blancos dominarán el mundo, no por ser mejores sino porque son más. Debido a que la democracia se basa únicamente en la superioridad numérica, el pronóstico se está cumpliendo.
Hasta hace aproximadamente 40 años los no blancos de religión islámica vivían casi exclusivamente en sus países de origen. Hoy cada día se incrementan en número en Europa y Norteamérica, donde están ocasionando un cambio social, político y religioso sin precedentes.
El grupo humano de mayor crecimiento es el de los africanos subsaharianos que aumentará en 133% para el año 2060, llegando a conformar 2.700 millones de personas, o 25,38% de la población mundial.
Continuando la tendencia actual, para el año 2050, sólo 9,7% de la población global será de ascendencia europea. En el mismo tiempo, Asia, África y Latinoamérica crecerán en 4.000 millones de habitantes.
Los 4,2 millones de palestinos en Israel, Gaza y Cisjordania, serán 9 millones para 2025, y 15 millones en 2050. La ciudad portuaria de Eilat está siendo invadida por refugiados de Sudán y Eritrea, que hoy conforman 30% de su población.
De acuerdo al Ministerio del Interior, en Israel existen aproximadamente un millón de residentes ilegales. Entre ellos 25.000 africanos, decenas de miles de mujeres palestinas casadas con beduinos israelís, hay 16.000 mujeres árabes en Judea y Samaria que reciben estipendios del estado, y 46.000 etíopes no judíos.
En menos de 25 años, Irak tendrá 42 millones de habitantes e Irán 94 millones. Más que cualquier nación europea excepto Rusia.
El islam con 1.500 millones de seguidores ya ha sobrepasado al catolicismo con 1.100 millones, como la religión predominante.
Al mismo tiempo que crecen las etnias musulmanas, intentando dominar al mundo, la contracultura atea izquierdista, está convirtiéndose en la nueva tendencia en los Estados Unidos, Europa y Latinoamérica, donde sus iconoclastas están destruyendo su pasado histórico y religioso.
Bajo el garrote de la Corrección Política, los más grandes héroes, soldados, científicos, exploradores, estadistas, desde Cristóbal Colón a George Washington, se encuentran bajo la lupa del revisionismo histórico, sufriendo un ataque salvaje, que los califica de racistas, genocidas, y explotadores de los pueblos originarios.
Los ateos han iniciado una campaña anti-Dios, que se está convirtiendo en una religión de fanáticos. La indiferencia por los valores religiosos en Occidente es la causa primaria de la muerte de sus pueblos y culturas. Donde muere la fe, muere la gente. Una nueva sociedad entre nihilista y atea está surgiendo, sumando 1.100 millones de acólitos a los que ni les va ni les viene nada.
El humanismo seglar es la religión de las elites culturales y, los clérigos progresistas que tratan de congraciarse con ellas, denigran la herencia judeocristiana al alejarse de sus bases morales, descuidando su supervivencia, por no saber confrontar al enemigo islamista que, aprovechando del vacío espiritual y existencial de Occidente, se apodera de las mentes menos lúcidas.
El placer sin límites que promueve la sociedad laica, lleva a la insatisfacción permanente, hasta degenerar en el Circo Romano, donde la brutalidad, la sangre, y la muerte, causan euforia, hasta que eso también aburre. Hoy el mejor show es el realismo grotesco.
Estamos viviendo el extremismo llevado al límite. La explosión de adrenalina es la droga del momento, y no hay nada que la eleve más alto, que el peligro de muerte. La guerra y el terrorismo, se están convirtiendo en el entretenimiento de moda para los occidentales que lo tienen todo, y para los musulmanes que no tienen nada.
Entramos al espacio de la ciencia ficción terrorífica, donde los negadores de Dios, izquierdistas, y los fanáticos religiosos, musulmanes, se encuentran del mismo bando. Los primeros buscando el placer en este mundo, y los segundos en el otro.
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