Por José Brechner
Sin precedentes en la turbulenta vida política latinoamericana, soportando a gobiernos autoritarios y descaradamente ladrones, la gente vota por la democracia.
Los argentinos toleraron al Kirchnerismo, los venezolanos al Chavismo, y el resto está esperando su turno para dictar su sentencia en las urnas. Antes, los extremos se disipaban con las armas.
Venezuela se convirtió en el país más empobrecido del mundo y le sigue la Argentina. El drama es reversible. Con administradores que alienten el mercado libre, sin regalos populistas, volverán a respirar.
Brasil, el más rico, está en caída y le seguirán los demás. Irónicamente, el más pobre; Bolivia, es el que mejor aparenta estar. Pero es apariencia. El porrazo que se dará, será doloroso.
Como en todas partes, en Bolivia la gente mide al gobierno por su bolsillo. Si la billetera está llena, el gobierno es bueno, sino, lo contrario. La ideología se evapora mientras haya abundancia.
¿De dónde surgió tanta exuberancia?
Inicialmente, igual que a los demás, le favoreció la demanda de materias primas a precios elevados. Eso es pasado.
El secreto de la bonanza se da por otros motivos. Los legales están ligados a la libre empresa, que el gobierno se encargó de dejar intocable. Las autoridades custodian un dólar fijo e irreal, que hace que Bolivia se haya convertido en un país caro con sueldos míseros.
La inflación es por lo menos del 20% anual. Más el oficialismo y las entidades internacionales indican un solo dígito (2,7% en 2015) pues ninguno toca el motivo subyacente que permite que haya dinero efectivo y construcciones por todo lado. Ese motivo se llama cocaína.
Cuando Evo Morales asumió el poder, rompió relaciones con los Estados Unidos y expulsó a todas las organizaciones ligadas a ese país, liberándose de las restricciones internacionales contra los narcóticos.
Se estima que no menos del 20% de la economía está sostenida por la droga. Se cuadruplicaron los cultivos de la hoja y Bolivia ascendió a segundo lugar en la elaboración de cocaína, después de Colombia y encima de Perú.
A diferencia de otros gobiernos que combatían a los narcotraficantes, el gobierno es el narcotraficante.
Evo Morales llegó a la política representando a los productores de coca. Hoy continúa de jefe de todos los sindicatos de cocaleros.
Su principal socio se sospecha que es Irán, que se encarga de transportar la droga a Teherán para contrabandearla a Europa y Asia.
El gobierno boliviano recientemente inauguró un moderno aeropuerto, con la pista de aterrizaje más larga del país, en el corazón de la región productora de coca y cocaína. Una zona selvática de apenas 22.000 pobladores, todos campesinos.
Obviamente, no hay flujo de pasajeros, sino de carga. Misteriosos fardos que despegan en la oscuridad, antes de la madrugada.
Debido a que las cantidades exportadas no cubren las necesidades gubernamentales, pues crearon decenas de prebendas estatales, el país pasará del superávit al déficit.
Morales, para asegurarse el poder, convocó a un referendo en 2016, que le permita postularse nuevamente a la presidencia, antes de que la situación se torne escabrosa. Cuando eso suceda, tendrá las armas y el apoyo de Irán para defenderse.
Nunca hay que olvidar que si Bolivia sobresalió en algo que nadie le gana, es en efectuar golpes y autogolpes de estado. Pero como dije al comienzo, la gente quiere paz y democracia en el continente.
Los argentinos están felices con la caída de Kirchner, pero las violentas hordas peronistas siguen ahí. En Venezuela ocurre lo mismo. Confiamos en que los socialistas jugarán a la democracia, pero podríamos estar cometiendo un grandioso error.
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