Por José Brechner
Los Baby Boomers (aquellos nacidos entre 1946 – 1964) fuimos los hippies y revolucionarios que vivimos nuestro auge político-revolucionario, musical, artístico y psicodélico, desde mediados de los 60 hasta pasados los 70. Más la influencia de nuestra generación perdura hasta la actualidad, pese a que muchos detalles importantes fueron negativamente alterados.
La filosofía de “Paz y Amor” y el fraternal saludo representativo de ambos conceptos con la “V” de la victoria, crearon un sentimiento de unidad que no fue experimentado antes por la humanidad. Las drogas, el sexo libre y el rock and roll, vinieron acompañados de poemas de músicos prominentes, que afectaron la convivencia social y el establishment político. El pacifismo estaba en boga.
Diversos artistas influyeron de forma interior en el pensamiento y brío generacional, cuestionando la forma de vida conservadora y reservada de nuestros padres, quienes mantenían una triste y traumática brecha de incomunicación con sus hijos.
El breve periodo hippie dejó huellas, incluso entre aquellos que no participaron del movimiento. Los cambios se plasmaron en una educación familiar y escolar, diferente, opuesta a la que había perdurado hasta entonces.
La tolerancia, sumada a una tendencia que fomentaba el individualismo, era el común denominador entre algunos pocos que éramos enfáticamente anarquistas-racionalistas. La mayoría, lamentablemente, optó por las empobrecidas corrientes ideológicas izquierdistas, y son estos quienes tergiversaron y abollaron las ideas filosóficas de muchos de los pensadores de esa era. Como es habitual, donde las izquierdas ponen su mano, dejan sucias manchas.
La izquierda, en esencia es dictatorial. Todo colectivismo es totalitarista. Bajo el equívoco argumento (que suena solidario pero es embaucador) de que el bien común está por encima del individual, el líder se convierte en tirano y sus seguidores en vasallos.
Las izquierdas estaban más organizadas, pues venían con un centenario caudal de ilusiones acumuladas, que les favorecía en su misión proselitista. Los trillados filósofos socialistas europeos, les proveyeron del material para conquistar las mentes frágiles que no piensan por sí mismas.
La propensión hacia la izquierda y el totalitarismo, fue tomando cuerpo hasta llegar a lo que vemos hoy: Jóvenes que nacieron con todas las libertades, y sin embargo buscan ser sometidos por Mahoma, algún déspota populista, o ambos.
Mujeres y hombres ansían unirse al ISIS; apoyan a Hamas, Hezbola y otras organizaciones aterradoramente salvajes y asesinas, cuyos preceptos religioso-políticos atentan contra toda forma de vida en libertad.
¿En qué fallaron sus padres? En todo.
Los colectivistas, a diferencia de los individualistas, inculcaron preceptos confusos y contradictorios. En el que más fallaron es en el de la libertad. Entre libertad y libertinaje no hay enlace. Las izquierdas son libertinas, las derechas, libertarias.
Albert Einstein consultado acerca de cómo veía a los norteamericanos, dijo que piensan así: “El ajo es bueno, el chocolate es bueno. Pongamos el ajo sobre el chocolate y comámoslos”. Obviamente la mescolanza e ignorancia produjo indigestión, pues cuestiona el acertado modus vivendi de miles de años de evolución.
Los hogares disfuncionales, de donde provienen por lo menos la mitad de los jóvenes de las generaciones X; Y; o Z. Que curiosamente fueron denominadas por ellos mismos con las últimas letras del alfabeto, como presagiando su extinción; viven en la trivialidad, rellenándola con sexo impersonal y drogas diseñadas que producen euforia, en un mundo donde todo vale si te causa placer.
Sus formas de expresión artística, que son las manifestaciones del alma, son superficiales. Antes la música se escuchaba, hoy se observa en videos insulsos. Decenas de miles se reúnen para ver el “concierto” de un disc-jockey colocando discos. El cine no tiene argumento. ¿Alguien conoce el nombre de algún escritor o compositor que sobresalga por su prosa? ¿Algún filósofo?
Habiendo fracasado en lo familiar, social y político, pues son decadentes, más enaltecen su ocaso, designándolo como “cool”; nos ofrecen una era sin brillo intelectual ni espiritual. Por tanto, no es de sorprender, que las últimas generaciones busquen el peligro y la emoción en la violencia extrema. Algunos matan a cualquiera sin motivo. Otros se unen a los terroristas, sin entender sus motivos.
www.josebrechner.com
Últimos comentarios