Por José Brechner
Recién finalizada la Segunda Guerra Mundial, un grupo de judíos, los Nokmim, o los Vengadores, pensó en envenenar el agua potable que fluía de las canillas en Alemania. Sin embargo, reconsideraron, dijeron: “Nosotros no somos como ellos”, y se fueron sin causar daño ni buscar revancha por los crímenes sufridos. El tiempo se encargaría de resarcir cuentas con aquellos que participaron o colaboraron con el régimen nazi.
Setenta años más tarde, el Dios protector de los judíos, se empieza a hacer cargo de los antisemitas descendientes de dichos criminales.
¿Son culpables sus herederos? Si consideramos que en las últimas décadas, los dominantes izquierdistas europeos se han dedicado efusivamente a diseminar el odio contra Israel y los judíos, por supuesto que sí.
Si recordamos nuevamente el mensaje místico y observamos las profecías bíblicas; las cuales se han ido cumpliendo verazmente a través de los siglos. Hay que reconocer, que cuando Dios ordena que no le hagan daño a su pueblo, más les vale a los enemigos de Israel, escucharlo. Dios es justo y vengativo.
Los refugiados árabes, sumados a los que ya existen en Europa Occidental, pues en la zona Oriental no los aceptan –conocen de cerca a los musulmanes--, van a destruir la cultura, la economía y la vida de la cuna de la civilización moderna.
Los europeos tienen un pesado complejo de culpa por las atrocidades que cometieron en la guerra, habiendo asesinado a millones de inocentes personas. Como la mayoría europea es igualitarista, y considera que todos somos idénticos, trata a los árabes de igual forma que a un occidental. Ese es el error primigenio.
Einstein dijo: “No vemos el mundo como es, sino como somos”. Los igualitarios, creen que todos tienen el mismo nivel de comprensión de las cosas, por tanto, merecen el mismo trato. Para ellos, individuos salvajes, atrasados en miles de años, son iguales a quienes llegaron a la luna.
El asunto se ahonda cuando comparan a los judíos con otros pueblos y buscan su semejanza. Da la casualidad, de que no existe ninguno que haya tenido una vivencia similar al pueblo judío. Cualquier analogía es forzada.
Los judíos nunca atacaron a sus anfitriones. Lo único que pidieron es no ser atacados por ellos. Nunca hicieron proselitismo tratando de convertir a alguien a su religión; todo lo contrario, rechazan al converso, a menos que su deseo de conversión sea genuino.
Si el pueblo judío se destaca, es por su aporte intelectual y científico. ¿Hay algún árabe que pueda decir lo mismo de los suyos?
La envidia es posiblemente el factor motivador del antisemitismo. Según Freud es su causa primaria y surge por ser “el pueblo elegido de Dios”. El creyente antisemita se siente desplazado y dice ¿por qué solamente ellos y no yo? Como soy agnóstico, no me interesa la razón, y tampoco sé la respuesta. Pero para aquellos que consideran que saben todo lo que Dios quiere o hace, les conviene aceptar lo que El prefiere, o Abdula se mudará a su vecindario.
En efecto, Abdula ya se mudó. Para sacarlo tendrá que recurrirse a medidas parecidas a las utilizadas por los nazis. En el ínterin, los musulmanes harán estragos.
Violarán a las europeas, asesinarán cristianos (sus herejes predilectos); vivirán de los impuestos de quienes trabajan (a ellos les basta un cuarto para meter a quince personas); los superarán demográficamente pues no usan anticonceptivos y tienen varias esposas; les pondrán bombas por doquier; y finalmente se adueñaran de todo, a menos que los aniquilen.
Gran parte de esto ya está ocurriendo, pero como los europeos son lerdos, por eso Estados Unidos les gana en casi todo; hasta que reaccionen, se merecen lo que les sucede.
Después de un atentado cometido por un palestino en una pizzería de Jerusalem en 2001, en el que murieron 15 civiles, incluidos siete niños, una mujer embarazada, y dejó 130 heridos, nunca olvidaré el rostro y las palabras de una muchacha israelí bañada en sangre, cuando un típico insensible periodista europeo, se le acercó petulante y con deleite a filmarla; la joven todavía en shock le dijo: “No te impacientes, pronto les sucederá a ustedes”.
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