Por José Brechner
Por tradición los judíos norteamericanos simpatizan con los demócratas, 80 por ciento votaron por Obama.
Desde la época de Franklin D. Roosevelt el Partido Demócrata acogió a los judíos, que en su seno se sintieron libres de los prejuicios europeos, y el partido se mostró favorable con Israel. No obstante, George C. Marshall, Secretario de Estado de Truman, propuso abandonar Israel a merced de los estados árabes.
Opuestamente, el Partido Republicano era visto como enclave de los WASP (Blancos Anglosajones Protestantes) aislacionista, y débil en su apoyo a Israel.
Sin embargo, fueron los republicanos quienes establecieron la libertad de culto, son los que respaldan la enseñanza del “diseño inteligente” en los colegios, y son los principales defensores de Israel.
El Partido Demócrata permitió disimular a grandes antisemitas como los Kennedy, cuyo padre, Joseph, de embajador en Gran Bretaña viajó a Berlín para felicitar a Hitler por proponer la “solución final”.
Henry Ford fue candidato al Senado por el Partido Demócrata. El presidente progresista Woodrow Wilson le invitó a ocupar ese cargo.
Grandes enemigos de Israel son demócratas. Entre ellos Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski y Hillary Clinton, que fue la primera norteamericana en exigir la creación de un estado palestino cuando era primera dama, como si fuese de su competencia.
Noventa por ciento de los negros norteamericanos son demócratas, conforman la mayoría islámica, y son declaradamente antisemitas.
Entre sus figuras relevantes están: Rev. Louis Farrakhan, Jefe de la Nación del Islam, apodado el Hitler Negro; Rev. Al Sharpton, candidato a la presidencia, que se quejó de “los mercaderes de diamantes en Crown Heights”; Rev. Jesse Jackson que llamó Hymies a los judíos y Hymietown a New York (Hymie es un término derogatorio de judío, sin traducción); Rev. Jeremiah Wright Jr., el pastor y mentor de Obama por 20 años, que hizo una cena de gala para Farrakhan.
Setenta y cinco por ciento de la prensa norteamericana es liberal y consecuentemente defiende a Obama. El columnista Abraham H. Miller, dijo: “La diferencia entre los musulmanes radicales y los judíos liberales, es que los primeros buscan ser mártires mientras que los segundos aspiran a ser víctimas”.
Los demócratas son antisemitas en sus actos, aunque lo niegan en sus intenciones. El concepto de que el Partido Demócrata es bueno para los judíos y el Republicano no; es anacrónico.
El error conceptual, o la ignorancia de los hechos, impiden a muchos discernir entre los buenos y los malos. Por regla general, los judíos norteamericanos se identifican más con las izquierdas aunque el antisemitismo más virulento se encuentre hoy en sus filas.
El odio a los judíos cambia de bando dependiendo de los gobernantes de turno. Es necesario esclarecer quiénes son los amigos y enemigos ACTUALES.
Se necesita concientizar a la gente del monumental peligro de la Yijad, que está penetrando impunemente en Latinoamérica.
Noventa por ciento de los musulmanes radicales que ingresan a los Estados Unidos lo hacen a través de la frontera mexicana.
Estamos en el preludio de uno de los momentos más difíciles en la historia, comparable a los primeros años de Hitler.
Irán se está preparando para la eliminación nuclear de Israel, y Estados Unidos no va a actuar.
La demonización de Israel y el antisemitismo son directamente proporcionales. A medida que aumenta la demonización de Israel aumenta el antisemitismo.
El antisemitismo de hoy no está focalizado sino que es global. Es voluntario y no obligatorio, como sucedió en Alemania y España, donde forzaban a la población a ser cómplices del régimen, instándola a odiar y delatar a los judíos.
Las señales de quién es Obama son elocuentes. Hay que juzgarlo por sus acciones, no por sus palabras.
El presidente norteamericano está con el acelerador a fondo en su romance con Irán. En dos años puede causar estragos. A Hitler le tomaron cinco.
* Este artículo (con excepción de los dos párrafos finales) es un informe realizado en 2009 para una ONG.
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