Por JOSE BRECHNER
Partamos de un hecho irrefutable: “No ha existido jamás una sociedad que haya sobrevivido al homosexualismo abierto”. El hombre con sus pasiones, apetitos, fortalezas, debilidades, virtudes y defectos, sigue siendo el mismo desde hace 6.000 años. Por eso los pensamientos de los grandes filósofos de antaño son válidos hoy. Lo único que ha cambiado en la evolución humana es el conocimiento científico y la tecnología que usamos.
Hecho el prefacio, entremos en el tema. En el estado de Indiana, Estados Unidos, una pareja de homosexuales pidió a una pizzería que les haga un banquete para su boda. Los dueños de la pizzería se negaron a aceptar el encargo pues son cristianos y alegaron con honestidad (se podían haber inventado cualquier excusa) que no dan servicios para casamientos entre homosexuales porque va contra sus principios.
El escándalo que se armó fue descomunal. Miles de homosexuales y pro-homosexuales salieron a las calles a protestar, desencadenando un boicot contra la pizzería, que se vio forzada a pedir ayuda económica por la internet. La respuesta fue positiva y recaudaron cientos de miles de dólares en pocos días.
Estudiando el hecho, Fox News hizo un experimento y envió a un actor con una cámara escondida a decenas de reposterías de dueños musulmanes, a quienes pidió que le hicieran una torta para su matrimonio con otro hombre, indicando que sobre ella debían colocar dos figuras masculinas y los nombres de ambos. Absolutamente todos los reposteros islámicos se negaron a hacerlo, pero no hubo revueltas ni quejas de la comunidad homosexual.
Algo parecido sucede en todos los incidentes donde se encuentran involucrados los valores judeocristianos que se basan en el libre albedrío y la tolerancia, a diferencia de los del Islam, que se afincan en la intolerancia y castigan a los homosexuales con la muerte.
La contradicción es irracional. Los homosexuales no objetan a aquellos que los matan por su condición, pero atacan a aquellos que simplemente no están de acuerdo con sus maneras. Posiblemente, porque saben que no los van a matar.
Se habrá notado que no uso el término “gay” para definir a los homosexuales, y obviamente no es casual. La palabra “gay” surgió en los 70.
Gay, en inglés (su idioma original) significa “divertido”. Obviamente aquello que es divertido para unos no lo es para otros, y como todos se merecen del mismo respeto, considero que a las cosas hay que llamarlas por el significado para el que se crearon. El lunfardo es un lenguaje útil pero muchas veces tergiversado.
Cuando un padre de tendencias sociales liberales, en contraposición a las conservadoras, camina por la calle en un país de habla inglesa con su hijo de cinco años, y se topa con una pareja del mismo sexo besándose y acariciándose, el niño preguntará si eso está bien. La respuesta será positiva; el padre le dirá son gay, “divertidos”. Seguramente, le explicará que tal vez son novios o están casados.
La palabra “divertido” indica regocijo, proyectando un placer que el niño querrá conocer. Como aledañamente, la pareja homosexual demuestra un sentimiento de cariño, amor o deseo por el otro, el pequeño queda más fascinado aun. El resultado final está próximo a ser indiscutible. La primera experiencia sexual que ese chiquillo va a tener será con su amiguito.
Una vez que el chaval encuentre el goce erótico a muy temprana edad, lo más probable es que continúe afecto a su mismo sexo, de manera que el homosexualismo proliferará y en el futuro habrá cientos de millones de homosexuales.
Hay padres que les inspiran a sus hijos de tres u ocho años (caso Jolie-Pitt) a elegir el sexo que ellos deseen tener, como si un niño de esa edad tuviese la capacidad de comprender algo tan confuso que le afectará de por vida.
El homosexualismo, hoy está aceptado e institucionalizado en muchas tierras. Los libros de texto en ciertas escuelas, ya muestran a Pedro y Juan con su pequeño hijo Pablito conformando una familia, bajo el argumento de que la homosexualidad es una condición natural. ¿Es válido ese concepto?
Continuará…
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