Por JOSE BRECHNER
Los peores momentos vividos por el pueblo hebreo a través de casi 6.000 años, ocurrieron cuando la potencia del momento se volcó contra él. Egipto, Babilonia, Persia, Roma, España, Inglaterra y otras, en distintas etapas cronológicas lo hicieron.
Apenas 75 años atrás, Alemania, cuna de grandes escritores, músicos y científicos (muchos de ellos de origen hebreo) cometió los crímenes más horripilantes, no sólo del siglo XX sino de la historia humana, contra su indefensa población judía.
Bastó con lanzar la primera piedra para que muchos de sus igualmente cultos vecinos dejaran que el demonio aflorara en su ser y se plegaron en su empresa asesina para intentar exterminar al pueblo elegido de Dios.
Los nazis, apoyados por la indiferencia o complicidad de sus colindantes amistades antisemitas, asesinaron sistemáticamente a una tercera parte de la población judía mundial, bajo los ojos apáticos de los norteamericanos, hasta que les llegó el turno a ellos.
Existiendo toda la evidencia fotografiada y filmada sobre lo acontecido, hay, hoy, bellacos, negadores del Holocausto, pretendiendo reescribir la historia como si nada hubiera pasado.
El pueblo judío es el más mezclado y asimilado del mundo; la Torá (Biblia o Pentateuco) lo predijo, “tu semilla se esparcirá por todos los confines de la tierra”.
Los judíos tuvieron presencia en Germania antes de que Alemania existiese y, en Europa, mucho antes de que la mayoría de los europeos tuvieran la identidad que hoy los identifica. Los vestigios judíos en Europa datan desde antes de Cristo. Miles de apellidos que suenan alemanes, españoles, rusos, italianos o griegos, son judíos.
De los innumerables aportes del judío a la humanidad, el más importante es su legado espiritual y moral, que dio origen a las religiones y leyes que hoy son practicadas por más de la mitad de los terráqueos.
Curiosamente, tal vez porque el judaísmo no busca partidarios, muchos seguidores de Jesús, otro judío asesinado por los romanos junto a 350.000 de sus hermanos (leer a Flavio Josefo) son quienes más odio le tienen a quienes expusieron la existencia de Dios.
Volviendo al presente, lo acontecido en las últimas elecciones generales en Israel, fue un sopapo a Obama, a la progresía norteamericana y por supuesto a la israelí. Nada irrita más a la izquierda, que la derecha gane una elección democráticamente.
En la democracia la mayoría manda, así sea instruida o inculta. A Barack Obama lo eligió una masa ignorante. Da vergüenza ver cuando entrevistan a alguno de sus electores en las calles, principalmente en New York y California, donde están los más radicales progresistas.
En contrapartida, a Benjamín Netanyahu lo escogió gente culta, conocedora de política y los acontecimientos globales. Israel es el país con mayor número de profesionales per cápita del mundo.
Obama encontró al blanco predilecto de los mediocres para disparar sus dardos, más no cuenta con el sostén del Congreso de los Estados Unidos ni del pueblo norteamericano. Eso no descarta las terribles consecuencias que puedan tener sus actos, sobre Israel y el pueblo judío mundial.
Ensañarse con Netanyahu le es más fácil que con Putin. Rusia no necesita de Estados Unidos. Israel sí. Embestir contra el diminuto pueblo judío es la tradición popular. No obstante, contra toda probabilidad, el pueblo judío prevalece y se yergue vibrante, continuando con su aporte intelectual y científico.
Los incidentes en Crimea y el Báltico harán despertar a Obama. La Casa Blanca puede menospreciar temporalmente al ISIS e Irán, pero no a Rusia. El encontronazo seguido del porrazo que se dará el pueril Obama con el veterano Putin, serán colosales. Entonces su vanidad colisionará con la realidad, e Israel observará.
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