Por JOSE BRECHNER
Hasta 1977 en que Menachem Begin fue electo como el sexto Primer Ministro de Israel, los Laboristas tuvieron control del gobierno. Israel era un país social-demócrata que más se asemejaba a los del Tercer Mundo.
Las izquierdas se manejaban con la idea cuasi estalinista de que si los habitantes del país se “aburguesaban” se perdería el espíritu de lucha que se requería para defenderse. Cada persona debía ser un soldado, viviendo en condiciones precarias, para ser fuerte.
Los izquierdistas eran laicos, por no decir ateos, y creían, igual que León Trotsky --el teórico Marxista fundador del Ejército Rojo-- que con el Socialismo se acabaría el Antisemitismo, pues todos seríamos “iguales”.
Esa forzada igualdad en la pobreza, prevaleció en Israel hasta la llegada del Likud al poder, bajo la tutela de Begin, quien por primera vez trajo prosperidad y progreso al Estado Judío.
La historia volvió a demostrar manifiestamente, que la libertad empresarial y el individualismo capitalista, son superiores a cualquier otro sistema practicado por el hombre, y gracias a los cambios ideológicos y económicos, Israel es hoy un país del Primer Mundo que exporta tecnología de avanzada.
En apenas 70 años se logró algo jamás alcanzado por ninguna otra nación, y eso, tomando en cuenta que desde sus inicios, Israel vivió en guerra con sus vecinos musulmanes que desean ahogar a los judíos en el Mediterráneo.
Militarmente, Israel hoy produce la mayoría de las armas que precisa para defenderse, sus prósperos habitantes no dejaron de ser patriotas, y están listos para enfrentarse con sus enemigos en cualquier momento, por más que tengan automóviles modernos y televisores de plasma. La teoría izquierdista fracasó rotundamente en todos sus aspectos.
Los Kibutzim (granjas comunitarias, o mejor dicho, comunistas, donde todo es de todos y nada es de nadie) desaparecieron. Algunos pocos subsisten, tal como subsisten algunas colonias de hippies en los Estados Unidos.
La mayoría se industrializaron; muchos se enriquecieron. Sus colonos se cansaron de vivir precariamente bajo la tutela de un organismo colectivista que decide por ellos, y se mudaron a las ciudades a disfrutar de su individualidad.
La teoría socialista de los pioneros europeos que llegaron a Israel después de la Segunda Guerra Mundial era convincente, pues era antagónica al fascismo nazi. Pero eso es historia. La realidad es que la extrema izquierda internacional es tan fascista como la ultra derecha. Hoy, la única ultra derecha fascista que existe, es la musulmana.
En Israel, de igual forma que en Europa, la izquierda sigue teniendo peso, pese a sus continuos y muchas veces irreversibles errores. El mayor de ellos fue el dejar que los árabes musulmanes de Jordania que se asentaron en Judea y Samaria se quedasen en el lugar, al que los propios dirigentes sionistas llamaron “territorios ocupados” después de la Guerra de los Seis Días ocurrida en 1967.
Si consideras “ocupado” a un territorio que milenariamente te pertenece, automáticamente estás negando tus derechos sobre él y le estás dando la razón a tu contrincante, quien te dice que dejes de “ocuparlo”.
Los benevolentes socialistas creyeron que se podría convivir con los fanáticos religiosos seguidores de Mahoma, y el Primer Ministro Yitzhak Rabin (izquierdista) en 1993 le estrechó la mano a Yasser Arafat, el padre del terrorismo islámico, para pactar la paz.
Según la progresía, Arafat era un “moderado”. ¿Qué cerebro normal, puede concebir que un TERRORISTA, que mata civiles indiscriminadamente, sea moderado? Sólo la mente eternamente torcida de los izquierdistas puede admitir semejante concepto.
El asesino fue condecorado con el Premio Nobel de la Paz junto a Shimon Peres e Yitzhak Rabin, por los chuecos progres noruegos que le dieron el mismo galardón a Obama, sin ningún motivo.
Los errores políticos tienen consecuencias. En Israel éstas son de vida o muerte, y la próxima semana la decisión electoral en que las izquierdas parecen dominar, pueden llevar a un cataclismo nuclear si se acepta el acuerdo que está transando Barack Obama con Irán.
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