Por José Brechner
Resulta que el ISIS o Estado Islámico apareció de golpe con decenas de miles de combatientes sin que nadie estuviese prevenido. ¿Es que tan estúpidos son los servicios de inteligencia occidentales? Desgraciadamante sí.
¿Y por qué son tan estúpidos, acaso no tienen satélites, espías infiltrados, y la tecnología adecuada para saber qué hacen sus enemigos? Sí, los tienen, más los espías son pocos y mediocres, y la tecnología no la usan apropiadamente porque no quieren.
Mientras Barack Obama sea presidente, y Europa esté regida mayoritariamente por izquierdistas, estos no harán nada contundente para evitar que el Islam Radical asesine infieles. Estamos gobernados por cobardes y oportunistas, que no se atreven a decir que el problema se llama: Islam; no sería políticamente correcto.
La religión de cada uno debe ser respetada, pero ese respeto debe ser recíproco.
Como una de las fuentes de ingresos económicos más confortable resulta de venderle a la gente la ilusión de que hay un Paraíso después de la muerte, o de que vendrá un Salvador que eliminará nuestras angustias; la religión es el mejor método para captar y dominar multitudes.
La idea del Edén y del Mesías, con sutiles variantes, es aceptada por más de la mitad del mundo. Cristianos y Judíos leemos el mismo libro. Los Musulmanes no.
Muchas mentes clericales están podridas, como durante la Santa Inquisición. Esas son las que controlan la mayoría del espectro político islámico. Lo que nos obliga a recordar que: “Cualquier religión o idea que trata de imponerse por la fuerza, es porque está equivocada”.
El islamismo radical empezó con los discursos de los ulemas de Saudi Arabia que introdujeron el Wahabismo para provocar una confrontación con Occidente que llevaría a la familia Ibn-Saud al reinado del ansiado Califato.
En 1980, los ayatolas, que también quieren gobernar el Califato, tomaron Irán y decidieron reimponer la teología Chií en todos sus modos. Recomenzaron entonces los antiguos enfrentamientos entre Sunís y Chiís.
Los gobernantes teocráticos iraníes, crearon Hizbalá, su comando terrorista. Los saudíes, más calculadores, adoctrinaron con wahabismo a sus correligionarios, sustentando la producción de libros, programas de TV y múltiples medios. Hoy, 85 por ciento de los musulmanes son Sunitas.
El objetivo de Ayatolas y Príncipes Sauditas, seguía siendo el mismo: Ser los Califas.
El sueño de ambos súbitamente tomó un vuelco inesperado; surgió Al Qaida, un sanguinario grupo terrorista independiente, sunita (Saudita) que sucumbió con la muerte de su líder Osama Bin Laden.
Gran parte de Al Qaeda más la Hermandad Musulmana (de origen egipcio, impulsora del terrorismo Suní) que está peleando en Siria contra el gobierno Chií de Bashar Al Assad, son los que formaron el ISIS.
Casi la mitad de los militantes del ISIS proviene de Europa y de países cercanos a Irak y Siria, sin que falten algunos latinoamericanos y norteamericanos en sus filas.
Los terroristas esparcidos por el globo, son muchos. Se estima que constituyen entre 15% y 25% de la población islámica mundial de 1.500 millones. (Promedio: 300 millones de terroristas).
Los islamistas salidos de Europa son aparentemente los más peligrosos, pues tienen pasaportes europeos que no requieren de visado para ingresar a Estados Unidos u otros lugares.
Irán es el enemigo principal del ISIS, porque los ayatolas son Chiís. (El ISIS es Suní). Su segundo adversario es Arabia Saudí, pues aunque sea Sunita, es considerada “infiel” por ser amiga de Occidente y, al ser la cuna del profeta, debe ser “liberada” de sus heréticos gobernantes.
El ISIS se apoderó de las armas dejadas por los norteamericanos en Irak, y recibe millones de dólares diarios por el petróleo que vende de contrabando, obtenido de las refinerías conquistadas.
Hacer añicos al ISIS depende nada más que de una orden que debe salir de la Casa Blanca. No es la monótona retórica de Obama ni pequeños drones que acabarán con el Estado Islámico, sino un ataque mortal con cientos de aviones. El enigma es: ¿De qué lado está Obama?
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