Por JOSE BRECHNER
El presidente israelí pertenece al grupo de inteligentes, obtusos, izquierdistas, incapaces de entender la realidad que los circunda.
Peres es lúcido para mostrar los avances tecnológicos y económicos de Israel, ninguno de los cuales se debe a su partido, que gobernó el pequeño país desde sus inicios, manteniendo adrede a su población en la pobreza fiel a su lineamiento socialista.
Fue recién cuando Menachem Begin a la cabeza del Likud se hizo cargo del gobierno de 1977 a 1983, que se puso freno al estatismo y proteccionismo, e Israel empezó a prosperar.
Los refundadores del Estado de Israel fueron en su mayoría socialistas que salieron de la perturbada Europa de mediados del Siglo XX. Ser entonces socialista era ser vanguardista, humanista. Abundantes progres siguen opinando lo mismo, pese a la tangible evidencia de su error.
Esos pioneros inventaron los kibutzim, granjas agrícolas colectivas, que eran pequeñas sociedades comunistas donde todo se compartía y nadie era dueño de nada.
Su ruina llegó cuando la naturaleza humana se impuso imperiosa, haciendo que el individualismo creativo y la ambición de superación personal hiciera que muchos kibutzianos abandonaran las granjas en busca de mejor vida.
Otro elemento que ayudó a la desaparición de la mayoría de esas comunidades ocurrió, cuando algunos kibutzim se industrializaron, convirtiendo a sus empobrecidos campesinos socialistas en multimillonarios capitalistas.
Todos esos cambios fueron vividos por el presidente israelí, quien con su cautivante elocuencia los resalta como si hubiese sido parte integral de ellos. La realidad, es que Shimon Peres, no hizo nada positivo por Israel más que participar en su independencia, un mérito bien merecido.
Irónicamente, la política exterior israelí casi siempre pasó por sus manos, y consecuentemente, es por su culpa, que hoy Israel es visto como el “agresor”, “invasor”, de un territorio que siempre le perteneció al pueblo judío. Basta con leer la Biblia para confirmarlo.
Sin embargo el ilustre dignatario, que ha sabido maniobrar internamente para obtener algún puesto de importancia en casi todos los gobiernos, considera que “el reconocimiento de un Estado Judío no es necesario”.
Entonces ¿para qué se dio el trabajo de ser uno de sus fundadores?, podía haberse quedado en su Polonia natal, donde tanto lo querían sus antisemitas congéneres.
El concepto de un estado para los judíos, pero no judío, no es nuevo. Es parte de la filosofía de los patriarcas socialistas, que eran laicos o ateos. Por ese motivo, el Hatikva, el himno nacional de Israel, compuesto en su época, no menciona ni una vez la palabra Dios, y por eso muchos judíos ortodoxos se retiran del lugar cuando se lo entona.
El pueblo elegido por Dios no menciona a su Creador en su himno ni en sus emblemas patrios. En contraposición, los patriarcas estadounidenses no dudaron en referirse a Dios en todos sus documentos políticos y hasta en su moneda.
A los 90, Peres sigue siendo el mismo izquierdista desubicado que era de joven. Celebró una vida de honores en premio a sus decisiones políticas equivocadas en la que arrastró consigo a Israel, y no se detiene.
Su mayor logro fue alimentar que los radicales musulmanes jordanos, autodenominados “palestinos”, pretendan crear un estado ficticio en tierra judía, con eso se ganó el Nobel.
Este adalid de la corrección política y el oscurantismo, no comprende que al legitimar las engañosas ambiciones de los terroristas, automáticamente niega los derechos del pueblo judío.
El galardonado Nobel de la Paz, que nunca se dio ni se dará, pues la única solución al conflicto es que los musulmanes vuelvan a Jordania, se reunió con legisladores norteamericanos para defender a John Kerry y su política en el Medio Oriente, contradiciendo a Benjamín Netanyahu y su gobierno.
Ocurre que la diplomacia de Kerry está haciendo aguas por todos lados. Le da espacio a Irán para que continúe fortaleciendo su sueño teológico de dominio global con armas nucleares. Permite que Assad se mantenga gobernando en Siria. Irak está en guerra interna. Jerusalem se encuentra presionado como nunca. Y Peres está feliz.
En Israel han propuesto que el presidente del estado sea elegido por voto democrático. Es hora, pues este señor que habla bonito y es convincente, no merece ocupar ese puesto.
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