Por JOSE BRECHNER
Se les acaba el apogeo a los progres latinoamericanos que gozaron de mejorías económicas por la subida de los commodities. Algo semejante les sucedió a los dictadores militares de los 70 con el influjo de los petrodólares. Entonces también ellos eran populares, aunque hoy se cuenten otras historias.
Cuando los bolsillos están llenos, el ciudadano elogia al gobierno de turno sin importarle su color y sus acciones. Más ahora, a los pseudo demócratas de la izquierda latinoamericana se les aproxima el futuro de la escases.
El Brasil está en sus últimos aleteos populistas. Venezuela es un cadáver. Argentina es lo de siempre, pero peor. Bolivia sobrevive con la cocaína (otra historia repetida). Ecuador, nunca fue de atención ni gravitación. Cuba y Nicaragua no existen.
En Sao Paulo, frente a la desesperación de verse empujado al precipicio, sin opción de dar un paso atrás, porque hacerlo significaría aceptar que el modelo socialista no funciona, el canciller brasilero, Antonio Patriota, salió a criticar la Alianza del Pacífico, que recién empieza su ascenso a las alturas.
Patriota, descartó que la Alianza del Pacífico --el acuerdo de libre comercio establecido por Chile, Colombia, México y Perú-- sea un proyecto de “integración profunda” como el propuesto en el Mercosur.
¿Y qué de profundo tuvo alguna vez el Mercosur? Yo estaba en Montevideo cuando los uruguayos saltaban de dicha por haber sido nombrados sede de la organización y les pregunté ¿de qué se alegran tanto, si el Uruguay no tiene nada para venderles a Brasil ni Argentina?
El Mercosur fue un tratado que pudo beneficiar a los países industrializados, pero ni siquiera para eso sirvió pues Argentina sustancialmente le exporta automóviles al Brasil, que además fabrica mejores vehículos que la Argentina, y el Brasil no puede exportar nada a la Argentina porque sus precios no son competitivos.
Como comentó un diplomático en una de las recepciones que se hicieron entonces en Montevideo con motivo de la nueva alianza comercial, que hoy no es más que un club de decadentes jurásicos comunistas: Mmm…, “Mercosur”…, lo que en inglés se traduce como “The New Latin American Masturbation”.
La Alianza del Pacífico enerva al brasilero, pues le quita la hegemonía que tiene su nación en la región. Brasil es un país grande lo que no significa que sea un “gran país”. Brasil es el Tercer Mundo con dinero, igual que India y China, sus compañeros del BRIC.
La Federación Rusa, que es muy de lejos más avanzada que sus tres socios del cuarteto, sigue siendo el Segundo Mundo, pese a haber renunciado al socialismo que los latinoamericanos certifican que salvará al mundo.
La quimera brasilera se desmorona estrepitosamente, no sólo es la Rouseff quien sufre la caída de popularidad que descendió de 73,7 por ciento en Junio a 49,3 en Julio según el sondeo de la Confederación General de Transporte. Es la burbuja económica entera la que se empieza a desinflar.
Patriota, dentro de la habitual demagogia progresista, señaló que en 2019 “entrará en vigor una zona suramericana de libre comercio, próxima a otros bloques, como la Comunidad del Caribe (Caricom)”. Como si con una zona franca de países bananeros, importadores de la mayoría de los productos que consumen, se pudiese superar el subdesarrollo mental.
Las alianzas con el Primer Mundo traen adelanto, cualquier otra cosa es una simple unión de piojos con complejos de elefantes. Así se unan todos los latinoamericanos en un acuerdo de libre comercio, no podrán producir nada de lo que realmente enriquece a las sociedades.
El ingenio y la creatividad que impulsan al planeta no surgieron de América Latina, y con los sabios neocomunistas que gobiernan en el presente, las chances de que ese rumbo cambie, son totalmente nulas.
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