Por JOSE BRECHNER
La mal llamada Guerra Civil en Siria, pues la batalla no busca ni la secesión ni unión del país, sino la toma del gobierno, lo cual en términos políticos se llama “revolución”, sigue en efervescencia habiendo causado la muerte estimada de 90.000 personas hasta el momento.
Para aquellos que perdieron el hilo de los acontecimientos, que es lo que habitualmente sucede cuando las batallas duran largo tiempo; la lucha en Siria es producto de la hermosa “Primavera Árabe” que empezó en Túnez el 18 de Diciembre de 2010, cuando el Movimiento Islamista Ennahda, aliado con las izquierdas, derrocaron al presidente Zine El Abidine Ben Ali en Enero de 2011 demandando elecciones democráticas.
Hasta ahí la cosa venía con vítores y aplausos de la progresía mundial y de la administración demócrata en Washington.
La revuelta cundió por el Magreb y fue derrocado Mohammar Khadafi en Libia, (entristeció a los progres) y Hosni Mubarak en Egipto (alegró a los progres).
El primero era un dictador asesino autodenominado el Ché Guevara árabe, íntimo de los socialistas latinoamericanos; el segundo, un hombre mesurado, laico, militar conservador de palabra confiable.
Los causantes de los golpes de estado que se fueron expandiendo por el Medio Oriente son los islamistas de la Hermandad Musulmana que hoy gobierna en Cairo. Estos mismos señores son los que quieren apoderarse del gobierno en Damasco y por supuesto en el resto de los países de la región.
Los revolucionarios sirios anti establishment, son sunitas que cuentan con el dinero y armas de amigos donantes, entre ellos de Egipto y Hamas; y el presidente Bashar al-Assad tiene el apoyo de Irán y Hizbalá, los chiitas.
Los enfrentamientos continúan diariamente, el ejército de al-Assad está siendo investigado pues se lo acusa de haber usado armas químicas, prohibidas globalmente, y Hizbalá, debilitada, sigue recibiendo dinero y armas de Irán.
Si se comprueba que al-Assad usó armas químicas, Estados Unidos prometió intervenir para derrocar a Big Bird, de lo contrario la gresca continuará alegremente, lo cual tiene a todos felices.
¿Por qué están todos felices? Porque mientras se matan entre ambos grupos de fanáticos, el resto del mundo vive con menos problemas. Todas las guerras, atentados terroristas, y demás descalabros que han venido sucediendo desde la última mitad del siglo XX han sido causados por los musulmanes.
El famoso dicho: “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”, es verdad. Pero acá no hay amigos. Circunstancialmente, al matarse entre islamistas, los infieles tenemos paz, pero eso no nos hace ni amigos ni aliados de ninguno de los dos bandos.
En el momento en que los sunitas rebeldes venzan al ejército sirio, que es lo más probable, especialmente si Estados Unidos e Israel atacan a Irán, un nuevo frente se abrirá contra Occidente al mando de la Hermandad Musulmana.
Abril 2013
http://josebrechner.com
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