JOSE BRECHNER
La bonanza económica que todavía viven algunos países de Latinoamérica por la demanda de materias primas, como sucede siempre, es temporal. No existe evidencia de periodos interminables de acumulación de riqueza. En algún momento viene un bajón.
Los Neocomunistas del Siglo XXI, para evitar la eclosión social o el golpe de estado, permiten todavía la existencia de la libre empresa mientras ellos puedan seguir sustrayendo para sus bolsillos y subsidiando para los de sus parasitarios votantes.
Este proceso perdurará hasta que venga la mengua. Entonces comenzará el ataque a las grandes empresas y las estatizarán. Para entonces, también aparecerá la mano de hierro que caracteriza a la extrema izquierda y las pocas libertades que quedan, desaparecerán.
Como los asuntos económicos tienen repercusiones globales y los bancos en todas partes pagan muy bajos intereses, la mayoría de los latinoamericanos no hacen inversiones bursátiles porque no entienden del funcionamiento de la bolsa. Debido a esa ignorancia financiera invierten en ladrillos.
Adonde sea que uno viaje en América Latina se encuentra con edificios recién terminados y desocupados.
La burbuja inmobiliaria es general. Los precios por metro cuadrado en lugares que no tienen nada que justifique su exagerado costo, están por las nubes. Los inversores alegan: “por lo menos veo dónde está mi dinero”.
Si tienes mucho dinero y no te hace ninguna diferencia no obtener ninguna rentabilidad por él a corto o mediano plazo; y la ubicación de tu construcción está en un lugar que se valorará con el tiempo, no tienes mucho que perder, más bien puedes ganar si esperas por 10 años. De lo contrario, estás haciendo malabares en el trapecio, sin red de protección.
Si compraste bienes inmuebles o construiste y no estás percibiendo rentas, y tu capital no es abundante, la pérdida es más probable que la ganancia, porque tarde o temprano deberás vender lo que tienes a un precio menor del que calculaste, para cubrir gastos o alguna emergencia.
Además corres el riesgo de que en el ínterin, los gobiernos progres, que día a día se vuelven más represivos y autoritarios, decidan expropiar esas edificaciones para regalárselas a sus correligionarios.
América Latina siempre fue un peligro mortal para las inversiones y hoy lo es más.
Aunque algunos de sus países tienen mayor estabilidad, como Chile, Colombia, Perú y Panamá, la quimera inmobiliaria es parecida a la que se dio en Estados Unidos antes de la crisis de 2008.
Los estadounidenses construyeron animadamente, y si no los hundieron los impuestos a las propiedades, no pudieron cobrar las rentas, porque sus inquilinos perdieron su trabajo.
La falta de incentivos impositivos en América Latina para la creación de industrias competitivas que ofrezcan productos de consumo masivo y justo valor agregado; las trabas burocráticas; las estranguladoras leyes laborales; y la falta de seguridad general, hacen que pocos quieran arriesgarse a fundar empresas productivas.
Invertir en inmuebles puede ser un negocio extraordinario para el que sabe hacerlo. El campeón en este rubro es McDonald’s, que es el mayor poseedor de bienes raíces del planeta.
Las franquicias entregadas a sus clientes no incluyen los predios. La corporación es dueña de ellos, a menos que estén en un centro comercial, donde son alquilados.
Siempre tienen ingresos por los royalties y sus restaurantes están en lugares altamente cotizados. Su valor de mercado supera los 87 mil millones de dólares.
Pero ese es McDonald’s, no hay nadie que se le compare. Los neófitos en el campo inmobiliario que no tienen un respaldo económico abundante, están tirando su plata al tacho.
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