Por JOSE BRECHNER
El Cristianismo es la religión con más fieles; 33%. Equivalente a 2,1 Mil Millones, de los cuales católicos son 1.200 millones y están distribuidos así: 41% en Latinoamérica; 24% en Europa; 15% en África; 12% en Asia; 7% en Norteamérica y 1% en Oceanía.
Las otras religiones predominantes son: Islamismo 21%. No religiosos 16% (comprende ateos, agnósticos, laicos. La mitad de este grupo es teísta, pero no se identifica con ninguna secta). Hinduismo 14%. Indigenismo, tribalismo 6%. Chinos tradicionalistas 6%. Budismo 6%. Sij 0,36%. Judaísmo 0,22%.
La religión es buena cuando hace que el mundo sea mejor. Es mala, cuando aprovechándose del poder que ejerce en sus seguidores es utilizada para beneficio personal o dominar sobre otros.
Están quienes consideran que su religión es superior a las demás y tienen la misión de convertir a todos a sus creencias; “deben divulgar la palabra divina”. Inevitablemente acaban en desvaríos.
Por otro lado, estamos aquellos que creemos en un Diseño Inteligente, un Creador, un Dios Todopoderoso, una Fuerza Cósmica, que es imposible de entender; y preferimos que nadie trate de vendernos su preciada mercadería teológica. Elegimos “vivir y dejar vivir”. Seguimos la Regla de Oro del Judaísmo: “No hagas a otros lo que no te gustaría que te hagan a ti”.
Parece que la mayoría de los humanos tenemos un chip que nos hace percibir la existencia de algo o alguien más grande que nosotros, que regula de alguna forma nuestras vidas. Recurrimos a esta enigmática fuerza para materializar nuestros deseos, nos da aliento y nos sirve de refugio ante lo incomprensible. La llamamos Fe y parece funcionar sin importar la religión.
Napoleón Hill dijo: “La fe es el químico de la mente. Cuando la fe se mezcla con el pensamiento, el subconsciente instantáneamente toma la vibración, la traduce a su equivalente espiritual, y la transmite a la Inteligencia Infinita, como sucede en el caso de la plegaria”.
Paul Éluard decía: “Hay otros mundos pero están en éste”. Con ese pensamiento comienza “El retorno de los brujos”, la provocativa obra de Louis Pauwels y Jacques Bergier de los años 60, que sirvió para darles material con contenido inteligente a los patriarcas del movimiento New Age, que anunciaron el nacimiento de la Era de Acuario.
Medio siglo después, la realidad no es el Paraíso en La Tierra. Los acuarianos también están entre los intolerantes, incongruentes y decadentes habitantes del globo. El ser humano sigue siendo igual que hace 6.000 años con idénticos defectos y debilidades.
Hoy, como nunca, debemos protegernos de los religiosos apasionados; particularmente de los islamistas, a quienes la psiquiatra siria Wafa Sultani recriminó diciéndoles: “No me importa si creen en las piedras, mientras no me las tiren”. La arenga es válida para todos los reclutadores de almas que andan haciendo proselitismo en busca de donantes.
El tema religioso es fascinador, porque es el que da origen al oscurantismo. Los clérigos de todas las cofradías buscan de sus feligreses la entrega absoluta, sin cuestionamientos, pues según ellos, son los poseedores de la verdad. Curiosamente, así como para 1.200 millones de personas el Papa es el representante de Dios en la Tierra; para los 5.800 millones restantes es un hombre como cualquier otro.
Como monarca, Joseph Ratzinger no deja un legado memorable. Fue miembro de las Juventudes Hitlerianas, asunto que tal vez no pudo esquivar; pero reposicionó al Obispo Richard Williamson, un activo negador del Holocausto, y canonizó a Pío XII, que si no fue colaboracionista de los nazis, tampoco los censuró.
No protestó contra las actuales masacres de cristianos en África ni en el Medio Oriente; y se retractó de su única arenga de condena al Islam, en la que acusó a Mahoma de haber sido un sujeto que anduvo siempre con la espada en la mano.
Para sucederlo hay 12 candidatos favoritos. Cinco en Europa, tres en Latinoamérica, dos en Norteamérica, uno en Asia y uno en África.
El que mayor cantidad de tweets favorables ha recibido del público es Timothy Dolan; estadounidense de 62 años, Cardenal de la Iglesia y Arzobispo de New York. Carismático, de valores conservadores, en 2012 fue nombrado por la revista TIME como uno de los 100 individuos más influyentes del mundo.
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