Por JOSE BRECHNER
Desde que los Kirchner tomaron el poder se pelearon con todos los países decentes del orbe. Nunca la Argentina sufrió un deterioro diplomático tan agudo. Si la invitaron a la reunión del G-20 es por lástima, pues su economía no cumple con los requisitos para formar parte del grupo.
La Argentina se ha convertido en una vívida expresión del tercermundismo latinoamericano. Un país adormecido, que vive en el pasado, loando a su dictador muerto.
Tuvo un destello de gloria hace cien años; de ahí en adelante ha ido decayendo, hasta quedar peor que sus vecinos, que nunca tuvieron un momento de orgullo mundial. Ese excepcional descenso se lo debe al populismo.
Al estar del lado de la vía donde se juntan la pobreza material con la ideológica, sus líderes se asocian con los de su calaña; los totalitaristas. Entre ellos, Irán.
Teherán es el único dispuesto a sacarlos del sumidero. Puede ofrecerles dinero y armas, pese a que su nivel de inflación excede el 50%. (Otros indican que sobrepasó el 100%). La Argentina superará ese índice para cuando la Kirchner termine su desfalco.
Los socialistas quieren el poder vitalicio; sus colegas del vecindario también, pero como todos ellos son poca cosa, la Kirchner precisa de un hermano mayor. Irán no es Gran Bretaña, pero tiene más poder que los sudamericanos.
Teherán busca el dominio mundial. ¿Suena absurdo?... es absurdo. Pero el fanatismo religioso obnubila el raciocinio. La Santa Inquisición duró oficialmente desde 1480 hasta 1834.
Irán, la única teocracia del planeta, está convencida de que llegó el momento de establecer el tercer y último califato, con el que los musulmanes sojuzgarán al mundo para siempre.
Ese pensamiento es afín al de los demás musulmanes, pero los iraníes (Chiís) apuntaron a conquistar Latinoamérica, mientras que su archienemigo, Arabia Saudí (Sunní), decidió copar el Medio Oriente, Asia, África y Europa, inculcando el wahabismo (una corriente islámica ultra-agresiva).
Ideológicamente, musulmanes e izquierdistas no tienen nada en común; los une sí, un odio descomunal a los Estados Unidos. Eso es suficiente. Más tarde, los mahometanos se encargarán de degollar a sus amigos infieles si no se someten a Alá.
La estrechez de mente de estos aliados circunstanciales es tan asombrosa, que verdaderamente creen que pueden enfrentarse con EEUU y la OTAN. Son brutos en serio. Con armamento nuclear pueden ocasionar desgracias inimaginables.
A la Kirchner, Chávez, Morales, los escuchamos y quedamos pasmados ante las estupideces que dicen. Lo mismo ocurre cuando habla Mahmoud Ahmadinejad, que saca de quicio a los liberales de Irán, que son millones.
Ahmadinejad, para la clase pensante iraní, es igual que la Kirchner para los argentinos inteligentes. En Irán hay una enorme oposición al régimen, pero está contenida. Por eso Occidente no ha atacado hasta ahora. Una guerra convencional indefectiblemente mataría a miles o millones de inocentes antagonistas al gobierno.
2013 se percibe como definitivo para la batalla contra los ayatolas. Occidente no puede seguir observando que los paladines del oscurantismo obtengan bombas atómicas.
Una alternativa no letal para detener a estos desquiciados, señala que Israel puede enviar a Irán a la edad de piedra, estallando en el aire una bomba de rayos gamma que produciría un pulso electromagnético. Eso destruiría la totalidad de su sistema eléctrico y tecnológico, incluyendo a sus centrales nucleares.
En otro flanco, John Kerry en su primer discurso como Secretario de Estado, invitó a Irán a la mesa de negociaciones, advirtiéndole que es la última chance que le queda para evitar un ataque militar de los Estados Unidos.
En conclusión, la Argentina peronista perderá al único socio que cree que puede servirle para algo; quedará más aislada y se hundirá más profundamente. Mejores condiciones para la oposición interna, no podrían darse.
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