Por JOSE BRECHNER
De los crímenes masivos más horrendos que sucedieron en los últimos tiempos, el de la Escuela Primaria Sandy Hook en Newtown, Connecticut, fue el más brutal, porque el asesino acribilló a tiros a 20 niños de entre 6 y 7 años.
El desvariado de 20 años, también mató a seis adultos trabajadores del lugar y previamente, antes de dirigirse al colegio para realizar su masacre, asesinó a su madre.
Visiblemente, Adam Lanza, el criminal, era un individuo severamente perturbado. Después de los homicidios se suicidó.
Ocurre ahora, que porque un loco entre 300 millones de habitantes comete una atrocidad, varios legisladores estadounidenses, sumados a grupos progresistas, han reiniciado su agresiva campaña contra el derecho a poseer y portar armas.
La peculiaridad de esta nueva arremetida izquierdista está en que no solamente se oponen al derecho a poseer armas de asalto semiautomáticas, el cual puede ser un tópico de discusión, sino que se resisten al derecho a poseer rifles, los cuales entran en una categoría completamente diferente.
Todos los años hay quienes refrescan esta obsesión de tratar de prohibir la posesión de armas de fuego, contraponiéndose a la Segunda Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos que data de 1791, y permite que cualquier ciudadano tenga el derecho a tener y portar armas y a utilizarlas en legítima defensa.
Hay que recordar que no son las armas las que matan gente, sino que es la gente la que mata gente.
Aquel que tiene como propósito infranqueable asesinar a alguien, se las ingeniará para encontrar los medios para hacerlo. Ya sea con un tenedor, veneno para ratas, una inyección, una hoja de afeitar, una bolsa de plástico, un automóvil o una llave inglesa.
Casi todos los instrumentos existentes pueden servir para matar. Los cuchillos que usamos diariamente para trozar nuestros alimentos, fueron las armas de guerra predilectas de nuestros antepasados por miles de años.
Echarle la culpa a las armas por los crímenes que se cometen, es igual que culpar a los puentes de ser causantes de los suicidios porque alguien decidió lanzarse de alguno.
De acuerdo a las estadísticas del FBI sobre crímenes cometidos anualmente en los Estados Unidos, aquellos en los que se usaron martillos y garrotes, sobrepasan a los realizados con rifles.
En 2005 los asesinatos con rifles fueron 445, mientras aquellos con martillos y macanas fueron 605. En 2006, los asesinatos cometidos con rifles fueron 438 mientras que con martillos y palos fueron 618. En 2011 hubo 323 asesinados con rifles y 496 con martillos y porras.
Así sucesivamente, la lista continúa, demostrando año tras año, que más gente es asesinada con objetos contundentes que con armas de fuego. Estas estadísticas se mantienen constantes.
Otro informe interesante provisto por el FBI muestra que, cerca del doble de personas es asesinada con las manos y los puños antes que con rifles.
En definitiva, la prohibición de poseer rifles es ilógica e inconstitucional. Las personas corren más riesgo de ser atacadas por individuos armados con herramientas de carpintería y garrotes que con una escopeta.
Y resulta bastante obvio que si más personas tuviesen armas, menos gente se vería inclinada a golpearles con un martillo.
Otro punto concluyente es, que los criminales siempre se las arreglarán para conseguir armas de fuego, pues son su “instrumento de trabajo”.
Prohibir la venta de armas a ciudadanos respetuosos de la ley y dejarlos indefensos frente a los delincuentes y terroristas es una incoherencia típica de los izquierdistas.
Coincidente con ese pensamiento retorcido, en una de las estupideces más célebres de la historia del periodismo, un diario local de New York, el Lower Hudson Journal News, en respuesta al asesinato en la escuela Sandy Hook, reveló los nombres y direcciones de los poseedores legales de armas en Hudson Valley, un enorme área suburbana, y publicó un mapa con sus ubicaciones, haciéndoles un regalo maravilloso a los maleantes de la zona, que ahora tienen un croquis perfecto de las casas sin protección, vulnerables para robar.
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