JOSE BRECHNER
No dejo de sorprenderme cuando alguien dice que va a enviar a su hijo a estudiar a otro país latinoamericano porque allí “las universidades son buenísimas”. Me pregunto de dónde obtuvo ese dato para tomar tan trascendental decisión.
El ir a profesionalizarse a otro país no sólo implica un esfuerzo económico importante, sino que involucra un desprendimiento afectivo. Muchos estudiantes encontrarán a su pareja en la universidad, se casarán y no retornarán a su patria.
Sin duda, la experiencia vivencial debido al cambio de cultura y medio ambiente es importante, tanto como el alejamiento del hogar y la independencia personal. Pero para ir a estudiar a otro lugar más vale informarse con propiedad en vez de preguntarle al vecino.
Existen carreras que no justifican viajar ni erogar altas sumas de dinero, tales como Administración de Empresas o Antropología porque no resaltan los “gerentes”, o antropólogos graduados de una universidad que sean mucho mejores que los de otra.
Si uno es aceptado en una institución de gran reputación, es mejor que estudie algo que la distinga. Por ejemplo, en Stanford es preferible optar por una carrera de alta tecnología a una rama filosófica.
Entre las 400 mejores universidades del mundo existen apenas 10 latinoamericanas. Ninguna se encuentra entre las 100 primeras y sólo dos están entre las 200 principales; precisamente en el puesto #169, que es compartido por la Universidad de Sao Paulo y la Universidad Autónoma de México.
Casi cien gradas más abajo, empiezan a seguirles las ocho restantes. En #235 la Universidad Estatal de Campinas (Brasil); #250 la Pontificia Universidad Católica de Chile; #262 la Universidad de Chile; #270 la Universidad de Buenos Aires; #320 el Tecnológico de Monterrey; #353 la Universidad Austral (Argentina); # 381 la Universidad Federal de Río de Janeiro; #388 la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires.
El estudio es realizado anualmente por el QS World University Rankings. Los resultados se basan en una metodología que cubre cuatro áreas de interés para los estudiantes: investigación; empleabilidad; enseñanza e internacionalización.
Las universidades del Reino Unido y Estados Unidos se llevan los 10 primeros lugares a nivel mundial, que para 2012-2013 son los siguientes: 1) Universidad de Cambridge (RU). 2) Universidad de Harvard (EU). 3) MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) (EU). 4) Universidad de Yale (EU). 5) Universidad de Oxford (RU). 6) Colegio Imperial de Londres (RU). 7) UCL (Colegio Universitario de Londres) (RU). 8) Universidad de Chicago (EU). 9) Universidad de Pensilvania (EU). 10) Universidad de Columbia (EU).
En Latinoamérica las 10 mejores universidades son: 1) Universidad de Sao Paulo. 2) Pontificia Universidad Católica de Chile. 3) Universidad Estatal de Campinas. 4) Universidad de Chile. 5) Universidad Nacional Autónoma de México. 6) Universidad de los Andes (Colombia). 7) Tecnológico de Monterrey. 8) Universidad de Buenos Aires. 9) Universidad Nacional de Colombia. 10) Universidad Federal de Minas Gerais.
La metodología de evaluación para las de América Latina es diferente a la utilizada para la calificación global y también difiere de los estándares que se utilizan para valorar las asiáticas. Esto se debe a la disponibilidad de información y aspectos regionales de realimentación (feedback) de datos fundamentados por expertos.
Son siete los parámetros usados para evaluar las universidades latinoamericanas. 1) Reputación académica producto de sondeos globales. 2) Reputación de los empleadores producto de sondeos globales. 3) Trabajos académicos por facultad de SciVerse Scopus. 4) Citaciones por trabajos académicos de SciVerse Scopus. 5) Relación facultad-estudiante. 6) Proporción de personal con PhD. 7) Impacto en la web por Webometrics.
La enorme distancia que separa a las universidades latinoamericanas de las norteamericanas, europeas y asiáticas, es para reflexionar, puesto que la educación ayuda substancialmente al bienestar de los pueblos si va acompañada de un sistema político libre y democrático.
El sistema político sigue siendo el ingrediente terminante en el avance de las naciones. El caso de La URSS que contaba con buenas universidades y destacados científicos, pero se vivía en la miseria, es una prueba indiscutible de que la educación no lo es todo. No obstante, a mejor capacitación académica hay más posibilidades de prosperidad.
Si la educación es elemental para el desarrollo, los socialistas sudamericanos deberían ponerle énfasis y dinero al asunto. De las pocas cosas que el estado puede hacer por la población es tratar de darle un buen nivel de instrucción.
Pero no solamente no dan ese servicio, sino que ponen trabas burocráticas angustiosas para que los particulares establezcan buenos institutos de enseñanza privados. Los neocomunistas repudian a los librepensadores y quieren tener el monopolio de las mentes para inyectarles su morbosa ideología izquierdista haciéndoles dependientes de los intereses del estado.
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