JOSE BRECHNER
Las acciones de Apple declinaron después de la ansiada aparición del iPhone 5 del que se vaticinó ventas iniciales de seis millones de unidades, pero sólo se vendieron cinco millones en tres días. Los adictos a los gadgets que hicieron vela esperando por la apertura de las tiendas para comprar su nuevo Smartphone podían esperar un día más y dormir tranquilos, no iba a haber escasez.
Pero el adicto es un enfermo. Hay que tener consideración por su fragilidad mental. Al fin y al cabo, son cada vez menos los que no prenden la computadora cuando llegan a su oficina, o en su misma casa, apenas se levantan.
Desgraciadamente, yo también, como soy de personalidad adictiva, además de tener otros vicios que me encantan, tengo el de la compu, que es mi compañera más leal. Donde sea que viaje, con quien quiera que esté, ella me espera solícita, ansiosa, deseando que le ponga mis dedos encima y la acaricie suavemente, suplicándome que no se me ocurra tocarle alguna parte desconocida y le infecte un virus.
Como predijeron muchos escritores de ciencia ficción, las máquinas empiezan a controlar al hombre. Arthur C. Clarke fue el Julio Verne del Siglo XX. En la película “2001 Odisea del Espacio” de Stanley Kubrick, basada en el libro de Clarke, que humildemente considero la obra maestra de la cinematografía, el escritor llevó el dominio tecnológico sobre el hombre al extremo.
HAL 9000 la computadora de la nave espacial, es el personaje central de la película, pero por detrás de ella está siempre la inteligencia humana que hizo posible a HAL, o sea, una inteligencia superior. El hombre puede crear computadoras, las computadoras no pueden crear vida. No todavía…
Entre las deliciosas frases de HAL cuando habla con los astronautas hay una que te hace parar los pelos de punta. Es cuando dice: “Me estoy poniendo al máximo de uso posible, que es todo lo que pienso que una entidad consciente puede esperar a hacer”.
Toda la inteligencia de la Mac, el iPhone, el iPad, el iPod, Pixar, y lo que sea que creó Steve Jobs, fue obra de su singular ingenio. Su partida no es reemplazable. Apple puede contratar a los mejores ingenieros del mundo y ninguno podrá suplantarlo.
Los japoneses han traído al mundo centenares de miles de productos novedosos durante 30 años, pero nadie puede recordar a ningún superdotado tecnológico japonés. Akio Morita igual que Bill Gates fueron más empresarios que inventores.
Tal como sucedió cuando Steve Jobs fue despedido de su propia empresa y su empresa se hundió, de igual forma va a ocurrir ahora, por más patentes que haya registrado y los ejecutivos de Apple traten de introducirlas en el mercado.
Es que la genialidad es individual, nunca colectiva. Por eso, (y tengo que darle mi toque político a este artículo), el socialismo es un fracaso y siempre lo será. Diez Mil ingenieros, programadores o lo que uno desee, jamás serán capaces de “crear” algo totalmente nuevo y diferente. A lo máximo que llegarán es a "modificar" algo que ya existía.
Creo que los días de Apple están contados. La pelota pasó al equipo de Samsung, que trabaja como los japoneses; mucha innovación pero ninguna creatividad.
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