JOSE BRECHNER
Es natural para los socios de la UNASUR defender a los delincuentes porque es con ellos con quienes gobiernan. Los miembros de esa entidad conformada mayoritariamente por pseudo-demócratas autoritarios, apoyan el asilo concedido a Julian Assange por Ecuador.
La protección al hacker no es por razones políticas, el ladrón de información está acusado de delitos sexuales en Suecia, donde sólo un verdadero depravado necesita usar la fuerza para conseguir sexo.
El hecho que Assange sea acusado de violación por dos muchachas, demuestra la clase de podredumbre que aloja en su mente. Esa putrefacción de valores es la misma que guía a los unasuristas y a la izquierda internacional. Los violadores de la democracia defienden a los violadores de mujeres.
Hasta hace poco, cuando todavía se usaba el correo caracol, la usurpación de correspondencia era un delito grave. Hoy, que un cínico ratero se meta en nuestra cuenta de correo electrónico pasa como viveza.
Pues ocurre que robar información o cualquier otra cosa, virtual o real, sigue siendo robo y debería ser juzgado y castigado como tal. Assange debe ser duramente penado para que los delincuentes del ciberespacio aprendan la lección.
La nube es el hábitat donde se apila la mayor cantidad de información, personal, comercial, científica, cultural, estatal y militar, acumulada por el hombre.
Lo que dio origen a la Internet fue la intención de guardar esos conocimientos y protegerlos en caso de guerra. La Internet es un invento militar creado por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos.
Los hackers deberían rendirle respeto y agradecimiento al gobierno norteamericano por haber introducido un instrumento que ha cambiado la historia de la humanidad, generando nuevas formas de trabajo y entretenimiento para millones. Incluidos los inservibles Assange.
En el hábitat latinoamericano, primitivo y carente de creatividad, donde prevalecen la prepotencia y vulgaridad de los nuevos tiranos; los enanos políticos de la UNASUR siguen obsesionados con desafiar a las potencias.
Algunos de sus miembros: Paraguay, Colombia y Chile, lo único que logran en esa coalición es desmerecer su calidad democrática.
Paraguay, felizmente, ha sido expulsada del organismo por haber puesto en su sitio al repulsivo ex presidente Fernando Lugo, que fue quien metió a su país en esa pandilla fundada por Hugo Chávez y sus cómplices, que no tienen el cerebro de un hacker y son prosaicos ladrones de dinero fiscal.
Colombia perdió su dignidad con una declaración de Juan Manuel Santos, en la que calificó a Chávez como lo mejor que le pudo suceder a Venezuela y la región. ¿Fue sarcasmo o pensamiento honesto?
Sebastián Piñera que también se unió al grupo, entró en una deshonrosa onda populista completamente opuesta a su discurso de campaña. Se lo vislumbraba con mayor integridad.
La gran ventaja para los súbditos de las naciones gobernadas por esa cofradía de abusivos malandrines sin principios, es que con cada acción muestran su legítimo rostro de forajidos. Ya no pueden engañar más a los socialdemócratas europeos, ni confundir a los progres norteamericanos.
Los neocomunistas latinoamericano están en acelerada caída pues aumentan sus problemas sociales y económicos, nadie confía en ellos y se les muere su jefe, Hugo Chávez.
Rafael Correa quiere ocupar ese vacío y Julian Assange le brinda la oportunidad de hacerse notar en algún periódico más importante que los pasquines de Quito.
Darle asilo a Julian Assange le permite ocupar la primera plana en el universo mediático, pero también sirve para que la oposición ecuatoriana sea escuchada. El problema es que nadie sabe si existe oposición. Como dicen: “Ecuador es Bolivia con Valium”.
Mirando nuevamente el aspecto positivo, afortunadamente el mundo empieza a enterarse de la existencia de una sociedad de naciones ridículas que ha decidido enfrentarse a Inglaterra, Estados Unidos, y Suecia, lo que no es sino otra risible estupidez en la larga nómina de oligofrénicas iniciativas de la izquierda latinoamericana.
Mientras más ojos apunten hacia el subcontinente, más fuerte será el apoyo exterior que recibirán los demócratas verdaderos cuando lleguen las elecciones o la revolución.
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