JOSE BRECHNER
En algo que se está volviendo habitual, el Hitler de hoy, Mahmoud Ahmadinejad, se reunió nuevamente con varios presidentes de Latinoamérica. En su tournée de junio visitó Bolivia, Brasil y Venezuela. En enero estuvo en Nicaragua, Ecuador y Cuba.
Con el presidente boliviano Evo Morales se entrevistó a solas y a puertas cerradas. Lo que se dijo en esa reunión lo saben solamente los dos dignatarios y el intérprete, que obviamente era iraní, porque ningún boliviano entiende farsi.
De todas las especulaciones acerca de lo que se habló en ese encuentro, lo más probable es que Ahmadinejad le reiteró a Morales su apoyo económico y bélico para que el presidente boliviano permanezca en su puesto hasta que se canse, independientemente de la suerte que corra Hugo Chávez.
La embajada de Irán en Bolivia, es la que cuenta con mayor cantidad de miembros. Su número se estima en 140, pero no se toma en cuenta a los individuos pagados por los ayatolas que se hacen pasar por ciudadanos comunes y se mezclan en las actividades cotidianas del lugar.
Si el país más pendenciero tiene más de cien personas en su cancillería, sus dependientes deben de ser miles; la mayoría cubanos y venezolanos que trabajan en coordinación con el gobierno boliviano.
Si 70 años atrás Adolf Hitler se hubiese reunido en secreto con algún presidente sudamericano, el mundo entero hubiese prestado atención. Hoy la indiferencia es pasmosa. Irán no es de temer únicamente para los bolivianos, sino para todos los habitantes del orbe; incluidos los musulmanes sunitas. La vulnerabilidad de Latinoamérica al terrorismo es total.
Las izquierdas populistas, aprovechándose de su “democrático” ascenso al poder, no tienen problema en aliarse con estos asesinos que predican a voz en cuello su deseo de dominar el mundo y someterlo a la sharia.
La mayoría de los bolivianos, al igual que los demás latinoamericanos, no vislumbran el peligro real que tienen en casa. Están preocupados por sus intereses económicos sin advertir que todo lo que acumularon les puede ser destruido en segundos, incluidas sus vidas y las de sus familias.
Mientras los conflictos sociales se incrementan en Bolivia, el gobierno, hábilmente, logra sobrepasar cualquier obstáculo con el apoyo de sus asesores cubanos que saben cómo actuar con el modelo del siglo 21: El autoritarismo en democracia, o neocomunismo.
La Argentina también vive su propio estilo de despotismo; el tradicional peronismo, al que le hicieron una transfusión sanguínea de tinte ultra izquierdista, pero ni la Kirchner ni Chávez han impuesto un régimen tan represivo como el de Morales, en el que no se permite ni hablar.
El miedo está cundiendo, pero el temor al socialismo opresor será minúsculo comparado con el que prometen los visitantes e inmigrantes del Medio Oriente. Los europeos aprendieron la lección después de acostumbrarse a los velos que invadieron sus ciudades. Hoy, piensan que es tarde.
La alianza izquierdista-islamista por intereses de poder, odio a los Estados Unidos y afinidad totalitaria, será usada por Irán para procurar sus objetivos colonialistas teocráticos. Esta coalición entre comunistas y musulmanes se convertirá en el punto crucial que definirá el devenir de América Latina. Todo pasará a segundo plano cuando te apunten con una Kalashnikov a la cabeza.
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