JOSE BRECHNER
El vergonzoso fracaso norcoreano al lanzar su más poderoso cohete; en realidad un misil que podía llegar hasta Alaska, entró en la abundante lista de productos tecnológicos inservibles que fabrican los locos del mundo totalitario en busca de supremacía bélica.
La bengala que duró apenas 90 segundos en el aire antes de explotar en pedazos y que costó según el Daily Telegraph 850 millones de dólares para armarse, en un país donde la gente se muere de hambre, va a costarle caro a alguien.
El diminuto Kim Jong-Un, un peligroso déspota con cara de niño caprichoso, a quien le rinden pleitesía sagrada sus vasallos, va a tener que culpar a algún incauto como lo hacen los mediocres. ¿O tal vez no…?
Esta es la prueba de fuego para el nuevo presidente. Si no envía a alguien a prisión o a la horca, significa que se estaría produciendo un cambio en la política norcoreana.
Por regla general los autócratas castigan severamente al primero que tienen a mano y consideran sustituible (cualquiera). En Sudamérica, esto se hace cada día más visible en Argentina y Bolivia donde cambian ministros y jueces mensualmente.
Kim Jong-Un está recién haciendo sus primeras armas, (se puede tomar la expresión de forma literal), pese a la oposición y advertencia de la ONU y el mundo libre.
El pequeñuelo que por un lado aparenta ser bonachón y casi humano en relación a sus antecesores, parecía predispuesto a cierta apertura cuando decidió negociar con los Estados Unidos poniendo un alto a su carrera nuclear a cambio de alimentos. Su frustrado lanzamiento muestra lo contrario.
El chasco no es sólo para los norcoreanos, sino para los iraníes que estaban de primeros en la nómina de clientes para el aparato. Pensaban que con algunos de esos se pondrían al nivel de rusos, norteamericanos y chinos.
El poder nuclear que intenta alcanzar Irán, sólo sirve para fabricar bombas atómicas, no para lanzarlas. Esa tecnología debe ser adquirida de otros, y los únicos dispuestos a vendérsela son los norcoreanos. Que obviamente tampoco la tienen…
El papelón sirve para que los embelesados dictadorzuelos de hoy comiencen a tomar conciencia de sus limitaciones. Hecho improbable pues están embriagados con el poder. No pueden ver más allá de su minúsculo mundo de lacayos que los adulan.
La ignorancia de estos personajes es admirable. Evidentemente carecen de computadoras o de la habilidad para usarlas, y si entran en ellas a buscar información, es solamente acerca de sí mismos. Se creen grandiosos e invencibles. Carecen de conocimiento de la realidad mundial.
La ceguera globalizada comienza en Corea del Norte, continúa por Irán y pasa por la Argentina, donde su canciller y su presidente quieren batirse con Gran Bretaña.
Ninguno de los mencionados, a quienes podemos agregar toda Sudamérica y el Medio Oriente unido, puede vislumbrar el poderío tecnológico-militar occidental.
En Asia, los chinos, que son los mejores amigos de los norcoreanos, son los únicos que tienen el armamento y la capacidad para librar una guerra contra Estados Unidos. Por el momento no parece ser que ese sea su interés; les resulta más provechoso venderles iPads.
El fracaso del lanzamiento norcoreano da un respiro de tranquilidad y alienta una sonrisa burlona, pero la guerra sigue tocando a las puertas de Occidente.
Lo único que puede cambiar el panorama mundial es una ola de democracia legítima que envuelva a todos los países del globo. Estamos hablando de un imposible, la utopía que no se ha logrado en más de 3000 años y no va a darse en los próximos cinco, pues el nivel de evolución humana no es simétrico. Sin embargo a eso apuntan los ingenuos europeos, los atolondrados pacifistas y por supuesto, Obama.
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