JOSE BRECHNER
Mitt Romney empieza a sonar más presidencial. Su victoria en Wisconsin, Maryland y Washington DC, le dan 650 delegados de los 1.144 que validarán su nominación como el candidato oficial del Partido Republicano para las elecciones generales.
Por primera vez después de su victoria hizo un discurso sosegado y coherente. Admirablemente dejó de repetir su mantra: “Soy un hombre de negocios, no soy como los tipos de Washington, sé cómo se hace para ganar dinero”.
Su alocución fue dirigida a Obama y no a su único rival, Rick Santorum, que se mantiene en la contienda con poco dinero pero con apoyo de la línea más conservadora del partido. Santorum aspira seguramente a la vicepresidencia.
No deja de asombrar la táctica electoral usada por Romney durante estos meses, que le permitió desollar a sus rivales.
Las campañas negativas son riesgosas pues dan lugar a que se ventilen todos los trapos. El campeón en ese estilo fue Bill Clinton, quien fue brillantemente interpretado en la película “True Colors” (Colores Verdaderos) por John Travolta.
Siendo mujeriego, inescrupuloso y descaradamente mentiroso; lo que no quita que fuese carismático, capaz e inteligente, Clinton logró superar a sus contendientes y ser elegido y reelegido como presidente. No lo hizo nada mal. El político debe ser político, muchos norteamericanos pretenden que su presidente sea un santo.
Curiosamente Romney parece ser de los tipos impecables que nunca cometió un desliz. No por lo menos de aquellos que son penados severamente por la cultura popular norteamericana cuando se trata de un republicano. Hablamos de mujeres y drogas.
Los asesores de Romney son sus viejos compañeros de armas que trabajaron con él durante su gobierno en Massachusetts. Si su táctica electoral les dio buen resultado en esta primera etapa; es de esperar que saquen a relucir todo lo que Obama prometió y no hizo, y todo lo que hizo y no funcionó. Es tal el material desfavorable que existe contra Obama, que se puede armar una librería en honor a la incompetencia.
Es de suponer que se tiene acopiada o se está acumulando la información necesaria para que el pueblo recuerde los detalles de la peor y más peligrosa administración que gobernó los Estados Unidos, de manera que los demócratas sean pateados fuera de la Casa Blanca.
De ser un candidato que aparentaba ser insustancial, Mitt Romney pasa a una categoría superior. Si bien su presentación ante la Sociedad Americana de Editores de Noticias fue con el teleprompter al frente y se tornó ligeramente tartamudo cuando tuvo que responder preguntas; Obama nunca lo hizo mejor.
La situación de los Estados Unidos es delicada. Se le suman a sus problemas económicos y de desempleo, la amenaza iraní y norcoreana, que nadie sabe cuándo va a explotar, pero tarde o temprano va a explotar.
Las últimas encuestas de Real Clear Politics muestran que 60% de los estadounidenses considera que el país va en la dirección equivocada. Sólo 33,7% opina que éste va en la correcta.
Esta es la variable más importante en el momento de la votación. A diferencia de los latinoamericanos que son inmediatistas e incapaces de pensar a futuro. Los norteamericanos piensan y sueñan en un porvenir mejor para sus hijos.
Como conclusión podemos asumir tempranamente, que aunque Mitt Romney no tiene el atractivo de pop star de Barack Obama, posee el método efectivo para hacerlo trizas. La carrera por la Casa Blanca ha comenzado.
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