JOSE BRECHNER
En Mayo de 2011 dos iglesias fueron quemadas y 12 personas murieron en Egipto en un enfrentamiento entre musulmanes y cristianos.
En Septiembre de 2011 en la Villa de Al Marinab, provincia de Edfu, Egipto, fue incendiada y destruida la Iglesia de San Jorge por aproximadamente 150 fanáticos musulmanes.
Tres casas y una tienda contigua pertenecientes a cristianos también fueron destruidas. Los democráticos rebeldes anti Mubarak no permitieron que los carros bomberos se acercasen. No se efectuó ningún arresto.
Por la misma época, en la gobernación de Atfif in Helwan a 30 kilómetros de El Cairo, 4.000 musulmanes incendiaron la Iglesia de Mina. Mataron al párroco y tres diáconos.
En Marzo de 2011 en Etiopía, una docena de iglesias fueron quemadas por los musulmanes, haciendo honor a la Yihad. Los fanáticos mahometanos son sólo una tercera parte de la población etíope, sin embargo desde entonces han prendido fuego a 69 iglesias.
En Costa de Marfil fueron asesinados por lo menos 1.000 cristianos de la Iglesia Salesiana de Santa Teresa de Jesús.
En Marzo de 2011, en Hyderabad, Pakistán, dos cristianos fueron asesinados por los musulmanes. Posteriormente mataron a dos más a la salida de una iglesia.
En 2001 los Talibanes de Afganistán destruyeron milenarias estatuas budistas, que más allá de su significación religiosa eran espectaculares obras de arte.
Los musulmanes han venido destruyendo iglesias, sinagogas y templos budistas, desde que hicieron su aparición hace 1.400 años, y piensan continuar su gesta hasta acabar con todo vestigio de cultura judeocristiana más aquellos con los que no profesen su fe.
Sorprendentemente, el mundo occidental, El Vaticano, presidentes y mandatarios de Europa y América no dicen nada contra los intolerantes islamistas; pero Barack Obama no termina de disculparse porque soldados norteamericanos quemaron libros del Corán que se usaban para transmitir mensajes secretos entre los terroristas.
Tampoco se observan manifestaciones ni protestas por parte de los revoltosos izquierdistas de siempre, ni se publican artículos en primera plana en los periódicos de la progresía, criticando el asesinato de cristianos en Afganistán desde que ocurrió el incidente.
La quema de los libros fue estúpida no sólo por el sacrilegio –que los musulmanes cometen contra todos- sino porque la información contenida en ellos podía haber sido importante para los servicios de inteligencia.
El representante de las Naciones Unidas en Afganistán, en su declaración oficial sobre el asunto, demandó que además de las disculpas presentadas por los Estados Unidos, se ajusticien a los soldados que cometieron el hecho.
El descarado empleado de la ONU no pidió ninguna sanción contra los asesinos de cristianos. Pero esa es las Naciones Unidas de hoy en día, una organización de defensa a dictadores y asesinos, musulmanes y comunistas.
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