JOSE BRECHNER
Mauricio Macri, el indiscutible ganador de las elecciones porteñas, es un aplicado estudiante de política que todavía carece de ideas filosóficas claras, no obstante es más voluntarioso y creativo que cualquiera de sus contendientes para ejercer cualquier puesto, con mejores cualidades tanto desde el punto de vista humano como administrativo.
Macri aprenderá con el tiempo y seguramente desempeñará un buen gobierno local que lo pueda catapultar a las ligas mayores, desafortunadamente, inconscientemente se sumó una complicación peculiar e innecesaria a su futuro, por reclutar en sus filas al “Rabino” Sergio Bergman.
Este ambicioso “sacerdote” aspirante a gurú new age de los argentinos, es el único en la historia del pueblo hebreo que utiliza un mal habido título de rabino para ganar notoriedad mediática y política.
En anteriores oportunidades cuando candidateó independientemente a algún puesto público, salió perdiendo. Esta vez la popular figura de Macri lo puede llevar a formar parte de su gabinete.
Bergman fracasó como rabino conservador, reformista, mesiánico, reconstruccionista o lo que prefiera llamarse, puesto que su definición clerical es antojadiza. Bergman es tan rabino como yo sucesor del Dalai Lama.
Habiendo perdido credibilidad, respeto y donaciones de los judíos, su salvación está en la política o la farmacia, puesto que es farmacéutico de profesión, con título legítimo según versa.
Bergman es de riesgo en el ambiente político pues tiene ínfulas mesiánicas que amalgama con un discurso ideológico anodino y es de preocupación para el mundo judío pues transmite un mensaje teológico oscuramente alejado de las enseñanzas de la Torá. Asunto desconocido para los gentiles, entre quienes aglutina a la mayoría de sus fieles.
Curas, ulemas, rabinos y demás “religiosos” no deberían meterse en asuntos que no les competen, particularmente los de estado, pues son los causantes de las peores pasiones y discordias. La historia rebalsa de sangre debido a la confluencia entre el clero y el estado. El islam está mostrándolo gráficamente.
Para los judíos argentinos y colateralmente para los del resto del mundo, Bergman es una aventura de consecuencias inesperadas. Si sucede cualquier evento que altere negativamente el buen funcionamiento del gobierno de Macri, donde se encuentre directamente involucrado este singular personaje; la masa ignorante porteña, de sobrado acopio antisemita, puede volcarse contra la comunidad judía como sucedió en el pasado.
El 31 de Julio Buenos Aires irá al balotaje debido a que Mauricio Macri obtuvo 47.08% del voto y Daniel Filmus, su contrincante oficialista, 27.78%. La abismal diferencia de 20 puntos constata científicamente que es imposible que el segundo pueda ganar las elecciones a menos que se produzca el fraude más sucio de la historia argentina.
Lo honorable y correcto hubiese sido que Filmus felicitase a Macri admitiendo su derrota, evitando la segunda vuelta y el innecesario gasto que conlleva, pero estamos hablando de un peronista, que en términos políticos significa sin vergüenza.
El aspecto positivo del balotaje es, que los electores podrán elegir individualmente a quienes desean que formen parte del futuro gobierno. Esa segunda oportunidad les permite decidir con mayor precisión a los que deben acompañar a Macri para dirigir el destino político de Buenos Aires. ¿Será con el mesías o sin él?
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