JOSE BRECHNER
Las palabras de Barack Obama después de la operación militar que acabó con el criminal más buscado del planeta fueron timoratas: “La muerte de Bin Laden no debe ser tomada como un ataque contra el Islam”, dijo. Lo mismo declaró otro gigante de su talla intelectual; Ricky Martin.
¿Ya que según Barack y Ricky, los musulmanes son buenos tipos, por qué los árabes no salieron a las calles a festejar la muerte del asesino, igual que hicieron cuando cayeron las Torres Gemelas?
Obama puede sacar fruto político temporario de la acción de los marines, pero no será reelegido. Sigue siendo el presidente más débil e incapaz que haya llegado a la Casa Blanca. Eso es inmutable.
Según él, Estados Unidos no tiene una guerra contra el Islam. Pero el Islam sí tiene una guerra contra Estados Unidos. Mientras su gobierno no reconozca esa realidad, Norteamérica seguirá perdiendo supremacía.
En vez de advertir a los secuaces de Bin Laden y a los demás terroristas del mundo, que sus días están contados y que no importa dónde se escondan ni cuánto tiempo tarden en encontrarlos, el Comandante en Jefe dio un mensaje anodino sin emoción, como es su costumbre.
El mérito de este suceso les corresponde a los militares norteamericanos; a Bush y Cheney que declararon la Guerra Contra el Terrorismo y a los encargados de manejar la prisión de Guantánamo que obtuvieron la información que llevó a la captura del fanático. Si fuese por la administración actual, Bin Laden se hubiese podido mudar a New York.
Los servicios de inteligencia se aplazaron en su intento por atrapar al criminal, pese a que se ocultaba en un gran edificio rodeado de paredes de seis metros de alto, resguardado como un fuerte, que sobresalía sobre los demás.
Sin duda, los paquistaníes son cómplices directos o indirectos de Al Qaeda. Paquistán recibe miles de millones de los Estados Unidos; por eso le permiten operar a su ejército en su país, pero no es su aliado. En cualquier momento se dará la vuelta contra el Gran Satán.
La familia Saudí y sus príncipes estarán dando un respiro de júbilo. Sin Bin Laden su gobierno se fortalece, pese a que la Casa de Saud es la causante primigenia del terrorismo islámico.
La Hermandad Musulmana debe estar con sentimientos encontrados porque le quitaron a su principal compinche y al mismo tiempo archirrival en pos del poder en el Medio Oriente.
Matar al jefe es relevante, porque sin cabeza sus seguidores se desmoralizan y demoran en reorganizarse. La historia confirma que eliminar al mandamás es el comienzo de la solución.
Lo que falta por verse para no crear falsos mitos, es la foto del cadáver de Bin Laden, que por razones inexplicables todavía no se ha hecho pública. Cuidado que entremos en una estupidez semejante a la revelación del certificado de nacimiento de Obama.
En represalia a la muerte de Bin Laden, puede darse un atentado de gran magnitud en algún punto insospechado del planeta en las próximas semanas, pues sus células obran independientemente.
Ayman el Zawahiri es visto como el que asumirá la dirección de Al Qaeda. El oculista egipcio, ex miembro de la Yijad Islámica, es el líder ideológico y según los expertos, “el cerebro” detrás del atentado del 11/S.
Sigue en demanda su cabeza por la que se ofrece 25 millones de dólares. Su mujer y sus hijos murieron en un ataque aéreo norteamericano en 2001 y es buscado en Egipto, o mejor dicho, era buscado antes de la caída de Mubarak, por sus actividades terroristas.
Otro posible heredero de la jefatura de Al Qaeda es Abu Yahya al-Libi, un libio de 48 años, quien fue miembro del “Grupo Libio de Lucha Islámica” que se alió con Bin Laden.
Se ha hecho visible en los últimos tiempos como el “teólogo” detrás de Al Qaeda y su popularidad interna está superando a Al Zawahiri.
Es guerrero, comandante militar, poeta, intelectual, experto en matar inocentes y muy carismático. Yo voto por este.
Los demás miembros prominentes de Al Qaeda tienen labores específicas que seguramente mantendrán para proseguir sus operaciones.
La muerte de Bin laden es un gran logro, pero no es el fin; es el principio. Existe por lo menos un millón de fanáticos dispuestos a inmolarse en el nombre de Alá.
www.josebrechner.com
Últimos comentarios