JOSE BRECHNER
Para recibir el premio Nobel de Literatura hay que cumplir con un requisito primordial. Hay que ser progre. El escribir con elocuencia, elegancia, inteligencia, creatividad, imaginación; ayuda, pero ser progre sigue siendo número uno. Por eso, Jorge Luis Borges --de lejos el mejor escritor latinoamericano-- nunca recibió el galardón. Era conservador, pro judío, auto declarado agnóstico.
Vargas Llosa hasta hace poco figuraba en una línea pro occidental, católica, liberal-conservadora, que lo caracterizó toda su vida, cuando de improviso, mostró sus colmillos antisemitas progres. Cumplió con las exigencias del Comité Nobel.
Los Llosa siempre fueron antisemitas, por lo menos los de la familia de Mario Vargas residente en Perú y Bolivia. Tal vez tienen genes judíos, porque la historia muestra que algunos de los peores antisemitas fueron descendientes de judíos. Son los renegados, los parias del Pueblo Elegido. Hitler se rodeó de varios de ellos.
Ollanta Humala obviamente de judío no tiene nada. Es un vulgar cholo resentido, que se identifica con Hitler por simple imbecilidad, lo que no deja de hacerlo peligroso. Humala se autocalifica de nacionalista de izquierda, que es lo mismo que nacionalsocialista o nazi, de ahí viene el acercamiento con Vargas Llosa.
Mario Vargas hizo la secundaria en el Colegio La Salle de Cochabamba, Bolivia, donde los curas-profesores instruían a los alumnos a escupir sobre la sinagoga que se encuentra sobre la misma calle, apenas a una cuadra de distancia, cada vez que pasaran por ahí.
Los Llosa son descendientes de españoles que aparentemente no se mezclaron con la indiada peruana-boliviana. Los de su progenie les salieron blancos, de manera que se sienten de una alcurnia inexistente, pero que en Perú y Bolivia es símbolo de nobleza; el color de la piel.
Así no existiesen rasgos genéticos que lo liguen con los indios o los judíos, el escritor no deja de ser un individuo curiosamente perturbado. ¿Conoce mucha gente a alguien que se haya casado con su tía 10 años mayor?
Julia Urquidi, en quien Vargas se inspiró para redactar su novela “La tía Julia y el escribidor”, era de Cochabamba. Mi ciudad natal. Con Julia tuve amenas conversaciones, porque además de los lazos amistosos, militábamos en el mismo partido político. Su error vivencial fue involucrarse amorosamente con su sobrino.
Julia se casó con Mario cuando ella tenía 29 años y su sobrino 19. Si el novelista no personifica el inconfundible Complejo de Edipo la Psicología no debería ser ciencia. A los 19, a cualquier joven le gustan las mayores, para una aventura. ¿Pero casarse y siendo la tía? Por más que no fuese consanguínea, pues Julia era su tía política, el romance delata desviaciones difíciles de argumentar. Por eso Mario le dedicó un libro a su relación, tenía que justificar su vínculo, si no incestuoso, poco natural.
El matrimonio se rompió cuando el Nobel se enamoró de Patricia, sobrina de sangre de la tía Julia, con quien tuvo tres hijos.
A diferencia de la mayoría de las personas que tienen sexo para formar familia, a Mario parecía apetecerle el sexo en familia. Si los Vargas Llosa traen esa costumbre de sus ancestros, es lógico que todos hayan salido blancos. Tardíamente estamos empezando a conocer cuáles son los defectos hereditarios que no fueron visibles a nuestros ojos.
El idilio narrado por Mario en su novela, no fue bien apreciado por Julia. Ella consideró que el relato carecía de honestidad, condición que parece ser característica de este personaje, que nos aturde con sus sorpresivos cambios ideológicos. De la derecha a la izquierda, de decente a nazi, de católico a pro musulmán. Julia le contestó a su cuento con un libro titulado, “Lo que Varguitas no dijo”.
En la senectud, Varguitas está mostrando su verdadero rostro. En la ancianidad se dice lo que se piensa. Más aún cuando se ostenta de la impunidad que otorga el deseado laurel ártico.
Aparte de su antisemitismo e incapacidad para tener sexo con alguien que no sea de su familia, por fin entendemos por qué este frustrado ex candidato a la presidencia del Perú se identifica con el cholo Humala. Ambos son de la misma calaña: falsos, acomplejados, desequilibrados, cargados de odio y oportunistas.
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