JOSE BRECHNER
Un nuevo Hugo Chávez empieza a unirse al club de fascistas de izquierda. Los resultados iniciales son tenebrosos, el nazi Ollanta Humala ganó en la primera vuelta electoral.
Si su victoria se consolida en el balotaje, el Perú retrocederá a la era incaica de forma similar a la que está sucediendo en Bolivia, con la diferencia de que Humala, al ser más inteligente que Evo Morales, será mucho más peligroso.
Humala moderó su discurso en los últimos tiempos para volverse aceptable. En política eso es cambiarse de ropa. El contenido es el mismo.
Ollanta Humala es un nacionalsocialista, admirador e imitador de Adolf Hitler. El severamente acomplejado postulante mestizo, se cree de una raza superior.
De todos los candidatos que se presentaron en estas elecciones --y vaya que hubo variedad-- los peruanos no pudieron elegir peor. Por lo menos en la primera fase.
Todo el avance económico que está viviendo el Perú se irá al tacho. Las inversiones extranjeras que lograron confianza con Alan García, morirán.
El decadente proceso es llamativo porque estos mismos hechos ya están sucediendo en el resto de los países donde gobiernan los progres. El mejor ejemplo es la Argentina, donde la inflación sigue en ascenso, el país cada día produce menos y pocos extranjeros se atreven a invertir en su suelo.
Asombra que la ceguera sea tan maligna y que la gente no vea ni aprenda de su propia experiencia o de la del vecino, pero existe una explicación para este fenómeno que ha sido estudiado por Doc Childre y Howard Martin, expertos internacionales en “stress colectivo”.
Según los citados especialistas: “La energía colectiva generada por los sentimientos, pensamientos y actitudes de las casi siete mil millones de personas en el planeta, crea una atmósfera o `conciencia climática´. Rodeándonos como el aire que respiramos, esta conciencia climática nos afecta más fuertemente en nuestros niveles emocionales y energéticos”.
Esta es la única explicación coincidente con los hormonales fenómenos políticos que a través de los tiempos contagian al mundo como una enfermedad. Algunas veces para bien, como ocurrió en la época republicana de liberación de las monarquías y otras para mal, como sucede actualmente con el totalitarismo socialista.
Cada país con sus matices propios pero igual filosofía populista, está hundiéndose y autodestruyéndose, hasta que el péndulo cambiará de dirección, no sin haber dejado un costo económico y luctuoso.
El desenlace en Sudamérica será sangriento. Nunca se vivió tanta delincuencia ni agresión política callejera. El modelo izquierdista incita a la violencia. Si no se ha tornado más cruento es porque los piqueteros son socios de los gobernantes.
Humala se alejó de Chávez públicamente porque el Teniente Coronel está en su nivel más bajo de popularidad, pero nadie sabe si se están enviando secretas cartas de amor.
Con el Perú en la línea indigenista populista, el único de los países liberados por Simón Bolívar que queda en la categoría de inteligente, es Colombia.
Si Hugo Chávez en su desesperación por quedarse en el poder busca el enfrentamiento bélico con Bogotá, se topará con el poderoso ejército colombiano apoyado por los Estados Unidos. La violencia se extenderá por el continente como sucedió en la era libertaria.
No será Barack Obama el Bolívar o el San Martín que salga a imponer orden, libertad, justicia y respeto a la ley; y no se vislumbra ningún latinoamericano, con excepción de Juan Manuel Santos, que hable fuerte.
Es probable que el futuro de América Latina esté en manos de Colombia y también de Chile, que no podrá esquivar los zarpazos de su vecino peruano si se consolida la victoria de Humala.
Brasil es una incógnita, Dilma Rousseff, contrariamente a las predicciones, se está comportando con mucha más sensatez e inteligencia que Lula da Silva, pero recién empezó. La antecede un pasado extremadamente sombrío para conjeturar sobre cuál será su proceder a mediano y largo plazo.
www.josebrechner.com
Últimos comentarios