JOSE BRECHNER
Pasó la alegría que le produjo el levantamiento en Cairo y Mr. Obama no volvió a abrir la boca para felicitar a los demás “revolucionarios” en Libia, Bahréin y Yemen. Es que recién empieza a percatarse de su animalada. Su discurso de apoyo al motín en Egipto, inspiró los demás.
Como es habitual Mr. Obama dice o hace alguna idiotez intempestiva y después no sabe cómo corregir el error. Los sediciosos no son amigos de los Estados Unidos ni de él.
No por estar en la Casa Blanca BO se volvió más inteligente o cambió sus pensamientos y sentimientos anidados de por vida en su cerebro y su corazón. Siempre se creyó El Ungido que va a cambiar la historia de la humanidad y los cambios están sucediendo. Tal vez los idiotas somos los demás y BO está alcanzando su meta.
La presión es grande, se nota en las canas que le brotaron. Por un lado es un socialista revolucionario pro musulmán, por otro es el presidente del país capitalista judeocristiano más poderoso del mundo, que es conservador en lo político y económico aunque puede ser muy abierto al cambio social.
Pues ocurre que Mr. President, no sabe medir la diferencia entre lo social y lo político-económico, como le sucede a la progresía. Los progres meten todas las verduras en la misma sopa, pero algunas pueden envenenar la poción.
Cada país en Medio Oriente tiene características propias. No es lo mismo Egipto que Libia, ni Líbano que Bahréin.
Los sudamericanos también nos podemos parecer mucho pero no somos iguales. Los peruanos no son como los bolivianos, ni los uruguayos como los argentinos. Hay que conocer el territorio para darse cuenta. Mr. Obama no se da cuenta hasta que se lo explican y eso sucede siempre después de que se mandó la salvajada.
Los intereses de los Estados Unidos deben primar sobre sus deseos de un planeta socialista de amigos hermanados con los musulmanes buenos, no los malos, que como El Ungido dice: son unos pocos. Los nazis también eran unos pocos y después eran muchos. El deseo de pertenencia al grupo dominante es un imán muy fuerte para que gente pacífica se convierta en asesina.
Eso está sucediendo en el mundo árabe, donde la mayoría son jóvenes que se identifican con su generación por más que sea por imitación.
El presidente Mubarak era un dictador pero era un dictador pro americano. Lo mismo ocurre en Bahréin con otras complicaciones internas porque la mayoría de su población es chií pero su rey es suni. Si cae el gobierno el único que gana es Irán.
Egipto controla el Canal de Suez y Bahréin es base militar de EEUU y puerto obligado de los tanqueros petroleros. Ambos son vitales para los norteamericanos.
Recién estamos en el amanecer de la oleada de insurrección islámica. Si Washington permanece inerte, todos los árabes estarán sometidos a los fanáticos religiosos.
Para sumarle dificultades a su incapacidad personal y mediocre administración, el clérigo musulmán Anjem Choudary que fue el líder en Inglaterra de una organización censurada llamada Islam4UK, convocó a una protesta frente a la Casa Blanca para imponer la ley de la Sharia en los Estados Unidos.
Choudary dijo que “los norteamericanos son los más grandes criminales” y que “la bandera del Islam flameará sobre la Casa Blanca”.
Los revolucionarios se le están mudando al vecindario. Si aplaudió a los sediciosos en Cairo, ¿por qué debería comportarse de forma distinta en Washington?
El laureado Nobel de la Paz, no puede poner en juego su título de apaciguador, de manera que el proceso subversivo islamista-izquierdista continuará hasta que deje el poder. El fardo lo va a cargar su sucesor, que tendrá que pelear la guerra más incómoda y mortífera de la historia, dentro y fuera de su país.
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