JOSE BRECHNER
De acuerdo a la Skin Cancer Foundation (Fundación para el Cáncer de Piel) el cáncer de piel es el más común de todas las formas de cáncer, con un millón de nuevos afectados cada año en los Estados Unidos.
Hay más casos de cáncer de piel que todas las demás formas de cáncer combinados, incluidos los de mama, próstata, pulmón y colon. Una de cada cinco personas desarrollará cáncer de piel a lo largo de su vida.
El más común es el Carcinoma Celular Basal que rara vez es fatal pero puede desfigurar severamente. El segundo más frecuente es el Carcinoma Celular Escamoso. Tanto el basal como el escamoso se reproducen sin melanoma (tumor). Entre el 40% y 50% de las personas que lleguen a la edad de 65 años desarrollará alguno por lo menos una vez.
El 90% de los cánceres sin melanoma están asociados con la exposición a los rayos ultravioletas (UV) que se dividen en tres categorías básicas: UVA, UVB y UVC.
Los UVA son los rayos solares más comunes a los que estamos expuestos y constituyen 95% de los rayos UV. Están presentes con igual intensidad en todos los momentos del día, traspasan las nubes y los vidrios.
Los UVA son los rayos que broncean, penetran la piel más profundamente que los UVB aunque son menos intensos. Son causantes de las arrugas y el envejecimiento prematuro.
Hasta hace poco no se los consideraba muy perjudiciales pero de acuerdo con los descubrimientos científicos de los últimos dos años se observó que pueden iniciar el cáncer. Tanto los UVA naturales como los de los salones de bronceado provocan daño acumulativo.
Los UVB son los principales causantes del cáncer de piel. Dañan la epidermis más superficial y su intensidad varía de acuerdo a la estación y la hora del día.
Habitualmente se tornan más fuertes entre las 10:00 AM y 4:00 PM. No penetran los vidrios con facilidad, pero su reflejo en el agua, hielo o nieve, aumentan su poder.
Los rayos UVC son absorbidos casi totalmente por la capa de ozono y no causan daño epitelial.
Contraria a la opinión popular, 80% de la exposición al sol adquirida durante una vida no ocurre antes de los 18 años; sólo 23% sucede hasta esa edad. Entre los 19 y los 40 años absorbemos 47% de los rayos solares; entre los 41 y 59 el 70% y el saldo, de los 71 años en adelante. Mientras más viejos nos volvemos más vulnerables somos.
Al melanoma se le atribuye tres por ciento de los casos de cáncer pero produce 75% de las muertes. Una persona por hora muere por cáncer de piel. Las posibilidades de sobrevivir al melanoma detectado tempranamente, antes de que el tumor penetre la piel, es de 90%. Si la enfermedad avanza las chances de salvarse disminuyen al 15 %.
Una ampolla causada por el sol durante la infancia o adolescencia duplica la aparición de melanoma posteriormente en la vida. El riesgo se acrecienta si la persona tuvo cinco o más quemaduras de piel a cualquier edad.
Contraria a la opinión popular, estudios recientes muestran que la gente recibe suficientes dosis de rayos UV sobre el curso de su vida sin necesidad de exponerse al sol abiertamente.
El número de mujeres menores de 40 con cáncer de piel se ha duplicado en los últimos 30 años. Hasta los 39, las mujeres son doblemente propensas a desarrollar melanoma antes que cualquier otro cáncer, con excepción del de mama. Empezando a los 40, la incidencia de melanoma en los hombres supera a las mujeres y esa tendencia aumenta con la edad.
La radiación de rayos ultravioletas artificiales es carcinógena. Los usadores de cámaras bronceadoras reciben 12 veces más rayos UV que aquellos que se exponen al sol y tienen dos veces y media más probabilidades de desarrollar cáncer. Consecuentemente, el riesgo de melanoma aumenta en 65%.
Para evitar el cáncer de piel es recomendable no exponerse al sol directamente, usar bloqueador solar, camiseta y sombrero de ala ancha en forma habitual, y hacerse un chequeo de piel una vez al año.
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