JOSE BRECHNER
En el que fue su mejor discurso, durante el acto en memoria de los asesinados en Tucson, Barack Obama mostró mesura, aunque indirectamente utilizó el podio para lucirse y hacer campaña, como de costumbre. El público, o parte de él, totalmente desubicado, como es norma entre los descerebrados progres, chiflaba y aplaudía en apoyo al ungido, olvidando el motivo de la triste reunión.
Obama pudo pedir recato pero dejó que continúe el vitoreo. No obstante él se mantuvo acorde a las luctuosas circunstancias. ¡Felicidades! Hacía tiempo que se esperaba un toque de discreción del presidente.
En contraposición a la compostura que expuso Obama, la inescrupulosa Hillary, lanzó duros comentarios periodísticos acusando a las derechas de ser las motivadoras de los asesinatos, sin tener ninguna prueba de que el enajenado criminal fuese militante o simpatizante de alguna tienda política. Lo mismo hizo su marido Bill. Es que los Clinton son los Clinton. La decencia no es parte de su esencia.
Desde su dolorosa derrota legislativa Obama se volvió taciturno y está apuntando obligatoriamente hacia el centro, buscando asesores con experiencia en el camino hacia la moderación. Encontró a varios que sirvieron durante el gobierno de Bill Clinton cuando este pasó por un bajón parecido.
La única alternativa que le queda es escuchar al pueblo, de lo contrario sus posibilidades de reelección están hundidas. En realidad están hundidas, pero sigue siendo mejor que escuche al pueblo.
No ha habido una sola medida que Obama haya propuesto o forzado, que haya sido aceptada por los norteamericanos. La extrema izquierda no es el camino que la mayoría quiere seguir y finalmente parece que Su Excelencia captó el mensaje. Puede ser que haya un giro, aunque conociendo el empecinamiento de los izquierdistas, no hay que ser demasiado optimistas.
Mr. Obama con más canas y menos sonrisas se dio cuenta de que pasó el momento de éxtasis que enfebreció su campaña. De acuerdo a Rasmussen, sólo 26% de la población ve que el país va en la dirección correcta. Este es el índice más categórico de lo que le espera el 2012 si el Partido Demócrata lo vuelve a postular, lo que es más que seguro, puesto que los izquierdistas se manejan por apariencia y condescendencia, nunca en respuesta a la realidad y la verdad. Por eso son “idealistas”, aunque el término correcto es: “desubicados”.
El aparente vuelco al centro no es por propia voluntad; no le queda alternativa. Si quiere que se apruebe cualquier ley tendrá que negociar con la Cámara de Representantes. Su reforma de salud está en la mira de los nuevos congresistas a pesar de que hay aspectos valederos en el chorizo de 2.000 hojas.
Que las aseguradoras permitan el acceso al seguro de salud a las personas con condiciones médicas previas es un punto que debe ser aprobado. Las aseguradoras actúan igual que los bancos. Los bancos sólo le prestan dinero a quienes tienen dinero y las empresas de seguros médicos sólo aseguran a quienes no están enfermos. Ese comportamiento debe regularse en favor del público.
El prudente discurso en Tucson al cual dijo que le prestó atención personal, es un elaborado mensaje para recuperar votantes. Para mostrarse convincente se está deshaciendo de sus más cercanos colaboradores. Comenzó con su Jefe de Gabinete, Rahm Emanuel, siguió con su Asesor Principal, David Axelrod, su Secretario de Prensa, Robert Gibbs y su Jefe Operativo Jim Messina. Todos han sido enviados a Illinois para empezar a trabajar en su futura campaña electoral, de manera que el giro al centro no es más que otra simple movida política.
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