JOSE BRECHNER
Remedando a sus análogos progresistas, el presidente boliviano Evo Morales reconoció un Estado Palestino en las fronteras de 1967 siguiendo a Lula en Brasil, Kirchner en Argentina y Mujica en el Uruguay. El reconocimiento es de carácter virtual, aunque el Estado Palestino ni siquiera existe en “la nube”. La política pro musulmana de los socialistas es parte de la enfermedad antisemita.
Ninguno de los nombrados aceptará que se les diga antisemitas, es más, replicarán que sienten un profundo respeto y admiración por el pueblo judío, que son grandes amigos de la comunidad judía en sus respectivos países y que cuentan con ministros, funcionarios y partidarios hebreos en sus filas. “Algunos de sus mejores amigos son judíos”.
Pero lo que vale son los hechos y no las palabras. Israel y el pueblo judío son uno. Desaparece uno y desaparece el otro. Los antisemitas eso lo tienen claro. Los que no llegan a comprenderlo son los judíos izquierdistas que no incorporan a su esencia un hogar originario histórico-cultural y espiritual en Israel. Casi como que no tienen madre.
Los progres son la vanguardia del oscurantismo totalitarista que al abrirle la puerta a los musulmanes ponen en riesgo a los judíos y también a los cristianos. El reconocimiento de un Estado Palestino inexistente, es el peor precedente diplomático antiisraelí y antioccidental, y es la legitimación del antisemitismo contemporáneo que se manifiesta encubierto como anti-sionismo.
Que Bolivia reconozca un Estado Palestino es tan relevante como que Tonga reconozca el derecho de Bolivia a una costa en el Pacífico. Lo mismo corre para la Argentina y su soberanía sobre Las Malvinas, perdón, usemos el único nombre “reconocido” oficialmente, “Falkland Islands”. ¿Uruguay? Si Jerusalem puede ser árabe, Uruguay podría volver a ser la Provincia Oriental de su vecino rioplatense.
Ehud Barak, el eximio militar y mediocre político, estando de Primer Ministro le ofreció a la Autoridad Palestina lo mismo que hoy “reconocen” los neocomunistas sudamericanos y recibió un portazo de Yasser Arafat, porque los palestinos viven del conflicto; y viven como reyes. Un estado independiente no les conviene. Se les acabaría el discurso político y el dinero gratuito.
Los progres también viven del conflicto interno y externo. Internamente apuntalan a los piqueteros, okupas, delincuentes, narcotraficantes y vagabundos, pues de ellos obtienen su voto. Les dejan hacer lo que les da la gana hasta que los líos desbordan, entonces les regalan dinero o se rinden a sus demandas para demostrar que “están con el pueblo”. Simultáneamente empobrecen a las clases medias que son sus víctimas indefensas.
Externamente son socios de los musulmanes radicales. Estos les llenan los bolsillos a cambio de su voto o, en este caso, de su “reconocimiento”. Hugo Chávez hizo escapar a gran parte de la población judía de Venezuela donde tenía presencia desde el siglo XVII. En Brasil, Lula estableció con Irán vínculos excepcionalmente estrechos; ya se verán las consecuencias. En Bolivia los judíos no llenan un restaurant. Uruguay siempre fue un buen amigo de los judíos, ahora eligió ser amigo de los musulmanes.
El lugar peligroso es Argentina, donde viven las comunidades judías y musulmanas más numerosas de América Latina. Su canciller, Héctor Timerman, responsable del “reconocimiento”, se ha hecho odiar velozmente por este y otros motivos. En eso, su socialismo está funcionando, todos lo detestan por igual. Para los judíos es un paria, para los nazis es un judío asqueroso, para la prensa es un embustero, para la oposición es un provocador arrogante y para el público es un farsante. Los únicos que lo quieren son Cristina y los musulmanes.
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