JOSE BRECHNER
Mientras Evo Morales volvía a La Paz sin haber podido convencer al minero boliviano rescatado en Chile de trasladarse a Bolivia con su familia, donde el magnánimo presidente le ofreció trabajo. Se empezaron a aplicar las normas “antirracistas” de la nueva ley de prensa aprobada por el congreso altiplánico.
El minero a quien Morales fue a buscar en busca de protagonismo --porque donde hay cámaras el mandatario se esmera por aparecer— prefirió quedarse a vivir modestamente en Chile, en libertad y con mejor futuro, que volver a Bolivia así le ofrezca un puesto en el gabinete.
El teatral viaje sirvió para que Su Excelencia vuelva a hacer el ridículo, retornando sin gloria. Como el hombre no tiene vergüenza, no le hace mella. Fue sin que lo inviten, volvió sin que lo extrañen.
La idea de Morales era mostrarse como un sensible gobernante preocupado por sus congéneres, a quienes en casa no tiene problema de reprimir brutalmente. Ni bien fue promulgada su ley, tres periodistas están siendo acusados de haberla violado.
“Los delitos son apología, instigación pública a delinquir, es decir, que utilizando los medios de comunicación oral, escrita y televisiva, estos señores habrían de alguna forma incitado y convocado a la gente para que de una u otra forma protagonicen los hechos del 24 de mayo"; dijo el fiscal.
¿Qué pasó el 24 de Mayo de 2008 en la ciudad de Sucre? Hubo un enfrentamiento entre estudiantes universitarios y campesinos quechuas, traídos de las serranías por secuaces del gobierno para amedrentar a la población.
Los citadinos fueron más que los campesinos y denigraron humillantemente a los nativos. Hecho categóricamente reprobable, pero jamás comparable con los linchamientos cometidos por los campesinos cuando superaron a los citadinos, en grescas que explotaron en distintos puntos del país desde que Morales es presidente.
La ley antirracista está aplicándose a velocidad récord y de forma retroactiva. Lo que es impropio bajo cualquier principio jurídico.
Pero de qué principios se puede hablar, si el presidente es el racista más grande de Bolivia. Sus discursos más aplaudidos por la progresía internacional, son los de elogio al indigenismo.
Las leyes aprobadas por la nueva constitución, marginan a todos los que no son indios, convirtiéndolos en ciudadanos de segunda categoría.
¿Su Excelencia será juzgada por haber fomentado esas leyes y difundido ideas segregacionistas? Obviamente no. Tampoco se le hará nada a nadie que sea indio. La ley está hecha para generar una ola de racismo contra blancos y mestizos, pero solamente si son de la oposición. El fascismo indigenista está en marcha.
Mientras se avecinan los momentos más oscuros de la historia boliviana, las Naciones Unidas y otros organismos internacionales, vitorean al presidente por su excelente manejo administrativo y el envidiable crecimiento económico de Bolivia.
¿Cómo puede ser eso posible, cuando la incapacidad es la tarjeta de presentación de Morales y sus ministros? Es muy simple: La ONU y los demás, sólo ven los guarismos, y estos brillan. Su fulgor se debe a que en Bolivia hay una economía paralela sustentada con dinero del narcotráfico, que permite que se produzca superávit inyectándolo en el estado. No hay deudas, se pagan salarios puntualmente y los números dan en negro.
La economía ilegal cubre los desfalcos e incompetencia de los Socialistas del Siglo 21. La droga genera más dinero que los recursos naturales. No hay papeles, balances, gerentes, ni supernumerarios.
La fórmula no es nueva. A fines de los 70, el Rey de la Cocaína, Roberto Suárez Gómez, ofreció pagar la deuda externa de Bolivia estimada en 5.000 millones de dólares, si el gobierno le permitía trabajar libremente. Hoy la droga está en manos del gobierno.
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