JOSE BRECHNER
“Si los adultos desean tomar chances con la marihuana, es su problema” –Ronald Reagan
Siguiendo parcialmente los pasos de México, que en Agosto pasado despenalizó el uso en pequeñas cantidades de Marihuana, Cocaína, Heroína, Éxtasis y Metanfetamina, la Argentina despenalizó la posesión de marihuana para uso personal. Otros países que están considerando hacer lo mismo son Brasil y Colombia.
La ley argentina contiene vacíos sujetos a interpretación subjetiva, porque no especifica cuál es la cantidad considerada aceptable para consumo individual. No se permite su utilización si afecta a terceras personas, pero no aclara si éstas deben estar en lugares públicos, y no habla del derecho al cultivo para uso privado, entre otras falencias.
Si no se contempla esos aspectos, la medida queda en un espacio confuso, dejando demasiado margen de elucidación para definir qué es permisible o no.
Si se quiere evitar el tráfico ilegal de marihuana, que es el verdadero problema detrás de la planta, ya que el consumo de cannabis nunca mató a nadie, debe autorizarse su cultivo sin fines de lucro. De lo contrario, las mafias seguirán controlando su mercantilización, al tiempo que ofertan otras sustancias indiscutiblemente peligrosas.
La marihuana que se comercializa en Argentina, Brasil y Uruguay, proviene del Paraguay. Es de pésima calidad, viene prensada en ladrillos, con hojas, ramas y semillas incluidas. Los campesinos, por ignorancia, y para obtener mayores ganancias, mezclan plantas de distintas especies, hembras con machos, sanas y podridas, que producen efectos atípicos, sin importarles si contienen hongos, bichos o cualquier organismo perjudicial a la salud. Sus compradores obviamente no pueden quejarse a los proveedores ni pretender obtener algo mejor.
En Estados Unidos la marihuana ha sido despenalizada en 13 estados, y es legal para usos médicos en California, donde se vende al público en los “Green Bars” (Bares Verdes), que se están expandiendo.
En esos locales se puede obtener más de 300 variedades diferentes de cannabis, que ha sido cultivada por agrónomos expertos, logrando productos de alta calidad, con características psicodélicas propias a su especie.
La marihuana es una flor inofensiva que no causa complicaciones, si no hay que ejecutar actividades que requieren de responsabilidad y concentración mental.
Se elimina del organismo en cinco días, sin síndrome de abstinencia. Caso muy diferente al de la cocaína, heroína y las anfetaminas que no se desprenden con facilidad del cerebro adicto.
En Bolivia, la cocaína sigue siendo la fuente de ingresos ilegales más grande y rentable. Existen poblaciones enteras que se dedican a su elaboración y tráfico, en complicidad con el gobierno de Evo Morales.
Su permisividad ha dado lugar a la apertura de tugurios donde se vende abiertamente, en forma de clorhidrato, para aspirar por la nariz, o de sulfato, para fumar, conocido como “crack”, que es más tóxico y adictivo, causando secuelas físicas y mentales devastadoras. Sus dependientes son capaces de cualquier cosa para obtenerlo.
No se debe colocar en el mismo saco a las sustancias psicotrópicas naturales con las fabricadas en laboratorios, porque sus efectos psicofísicos y derivaciones sociales son completamente distintos. Una cosa es la marihuana, los hongos mágicos, la ayahuasca, el peyote y otras plantas que ayudan a la expansión de la conciencia y la elevación espiritual, que la cocaína, heroína y las drogas de diseñador que hunden en la oscuridad y el vicio.
No obstante, es preferible la despenalización de todas las drogas, para consumo personal, teniendo estricto control y supervisión sobre su venta y distribución, ofreciendo apoyo psicológico y médico a sus dependientes, a que éstas sigan siendo manejadas por las mafias.
En México los violentos carteles de la droga obtienen 30.000 millones de dólares anuales por la venta de narcóticos a los Estados Unidos, y 5.000 millones por comercializarlos en su país. Los gobiernos de las naciones bolivarianas, las FARC, los terroristas islámicos, y la economía negra, se sustentan con el tráfico de las drogas ilegales.
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