Un judío genuino a mi entender, es aquél que se acepta como tal, y está dispuesto a poner la cara y defender al pueblo judío, más allá de las concepciones filosóficas que sustente. El sentido que le dio el señor Borger, de que un judío genuino es aquél que vive bajo los preceptos judíos –aunque sea un desafortunado desliz-- tiene un consistente asidero, porque un judío es nada más que una vasija, si no hay judaísmo en ella, el judío es un recipiente vacío.
Usted mezcla conceptos controversiales, al confrontar su identidad argentina con su identidad judía. (De manera semejante, pero obviamente sin el mismo propósito, hacen los nacionalistas antisemitas). Se asume que en una entidad judía sus miembros practiquen el judaísmo, de igual forma que en una institución católica sus integrantes profesan su religión.
En un país libre, uno debería poder mantener una vida religiosa sin conflictos de identidad. De esa manera se puede ser católico, protestante, budista o agnóstico y, argentino, a menos que sea oficialmente discriminado por tener alguna de esas convicciones. Y hablando de discriminación, es prudente recordar que en la Argentina de igualdad que usted menciona, hasta hace poco no se permitía a los judíos llegar a niveles de alto rango en las Fuerzas Armadas, ni tampoco acceder a la presidencia de la república.
Lo que parece incomodar a muchos judíos “no creyentes” --calificativo que de por sí conlleva una contradicción existencial-- es que los judíos “creyentes”, ortodoxos y conservadores, en contraposición a los laicos, hayan tomado control de la principal institución judía de la Argentina. Aquellos que no se identifican con la religión o simplemente la desconocen, tal vez se sienten excluidos porque temen que los “conviertan”, como si alguna vez los judíos hubiesen obligado o siquiera insinuado a alguien a seguir su forma de vida. El judaísmo ante todo respeta el libre albedrío, no hay policías vigilando si uno atiende a la sinagoga, observa el shabat o come kasher.
El oportuno cambio en la AMIA, llega en un difícil momento en que el pueblo judío sufre los embates de un antisemitismo globalizado, muchas veces escondido bajo la denominación de anti-sionismo, o disimulado en apoyo político a los palestinos. El retorno a Dios y a las fuentes judaicas en estas circunstancias, surge espontánea y naturalmente, y está dándose en Israel y el resto del mundo.
Tal vez llegó el momento de reflexionar acerca de ¿qué es lo que nos hace judíos? ¿El judaísmo existe gracias a los judíos laicos o a los que lo observan? No olvidemos que sin judaísmo no puede haber pueblo judío. (Argumento que sirvió de sustento para implementar la Inquisición). ¿Si mañana usted y sus hijos fuesen los únicos judíos en la Argentina, qué continuidad tendrían y qué judaísmo transmitirían a sus descendientes, si usted mismo dice que decidieron vivir y pensar de forma diferente a lo que dice Abraham?
José Brechner
Ex diputado y embajador boliviano.
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