JOSE BRECHNER
¿Hugo Chávez se volvió musulmán? La pregunta viene dando vueltas en altos círculos políticos desde hace algún tiempo y todo indica que la respuesta es positiva. Su derrota en el referéndum que forzaba peculiares reformas constitucionales, introducía leyes que hubiesen transformado a Venezuela en un país con restricciones similares a las de una sociedad islámica.
La coincidencia de criterios políticos y filosóficos con los árabes, implica de por sí afinidad religiosa, ya que las únicas reglas aceptadas en el Medio Oriente son las del Corán.
Chávez se siente muy a gusto con sus fanáticos amigos mahometanos con quienes comparte su visión global. El coronel es anti-americano, anti-liberal, anti-democrático, antisemita, y de acuerdo con las modificaciones que deseaba instituir, también es furiosamente anti-católico y anti-cristiano.
Su rechazada constitución de la que sólo se obtuvieron borradores, en el capítulo sobre las “Prácticas Religiosas”, establecía: “Se prohíbe el uso de la minifalda. Se prohibirá cualquier clase de culto religioso fuera de sus templos. Se prohibirá la catequesis fuera de los templos. El estado supervisará a nivel nacional los seminarios y demás centros de formación religiosa. Se expulsará del país a todo clero... Se prohíbe el uso de imágenes y artículos de influencia transculturizadora imperialista en todas las entidades públicas. (Tales como: Santa Claus, Mickey Mouse, etc.)”. El etcétera podría implicar, aparte de las navideñas, imágenes de vírgenes y santos católicos, o de Jesús.
Su capítulo sobre las “Prácticas Sociales”, mandaba: “Se prohibirá el uso de atuendos que atenten en contra de la moral y las buenas costumbres. (Minifaldas, trajes de baño “hilo dental”, escotes muy pronunciados, pantalones ajustados, etc.). Se prohibirá el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública. Se restringe las importaciones de artículos de lujo tales como: whisky… ”
Los puntos mencionados condicen con la Sharia, más que con el Socialismo. Chávez quiere que las hermosas venezolanas dejen de mostrar su silueta. Las reformas son religiosas y sociales, pero no de cultos que armonicen con las costumbres de las sociedades occidentales. Si el asunto no es clerical, significa que el comandante es misógino u homosexual, o ambos.
Los neocomunistas del siglo XXI, además de albergar un acomplejado odio contra los Estados Unidos, comparten con los islamistas su mentalidad monárquica absolutista que los hace dueños de razones y de vidas, de ahí su abstrusa alianza estratégica.
Latinoamérica sólo está viendo la sinopsis de lo que planean hacer los nuevos autócratas agazapados bajo el mote de demócratas. Lo inaudito es que los descarados mandatarios, pregonan abiertamente sus intenciones, y la mayoría indiferente o ignorante, observa impávida, cómo perderán su seguridad, su libertad y su estilo de vida.
El “gran demócrata” –como Néstor Kirchner bautizó a Hugo Chávez después del referéndum-- fue melosamente adulado en Buenos Aires por la naciente nobleza gobernante durante la coronación de la Reina Cristina, al tiempo que los hipócritas y acomodaticios empresarios porteños hacían un brindis en honor a Fidel Castro.
El venezolano tiene pesada influencia sobre el gobierno de la muy católica Argentina, donde también vive la comunidad judía más numerosa de América Latina, pero existen ambigüedades entre los Kirchner y Chávez, quien trae de la mano a Ajmadineyad. Cristina no está desvinculada de los latinoamericanos aliados de Irán, ni de los dirigentes populistas afines a su administración, que son más proclives a los revolucionarios islamistas que a los conservadores argentinos de origen judeocristiano.
A Cristina le gusta codearse con la clase alta y muestra amistad con los judíos, pero cuando se trata de dinero, Chávez y los árabes son los únicos que están dispuestos a costear sus multimillonarios gustos.
Los socialistas de Rolls Royce, son amantes del lujo, y en ese ambiente el que manda es el petróleo.
La Argentina tradicionalista ha sufrido más que cualquier otro país sudamericano los embates del terrorismo, y es el punto preferido para extender la agresión islámica. Cuando llegue el momento de mostrar parcialidad y tomar decisiones políticas de envergadura, ¿de qué lado estará la presidenta, con Chávez y los musulmanes, o con los argentinos?
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