JOSE BRECHNER
Los Pueblos Indígenas de América durante la proclamación del presidente boliviano en Tiahuanaco, y nuevamente la semana pasada en Quito, manifestaron que presionarán y harán campaña, para que Evo Morales obtenga el Premio Nóbel de La Paz. Y no se refieren al trofeo por vivir en la ciudad del mismo nombre, sino que realmente consideran que el líder cocalero es digno del cotizado obsequio. Tal vez se lo merece por haber dejado de mantener en vilo a la población boliviana durante seis años consecutivos, desestabilizando el sistema, hundiendo a miles de empresas, haciendo cundir el desempleo, fomentando la emigración masiva, generando rencores raciales y regalándole el país a Hugo Chávez. El dictador libio ya lo condecoró antes de llegar al poder con el Premio Gadhafi, seguramente por los logros mencionados.
Los indígenas creen que los escandinavos van a someterse a sus exigencias, provocando alguna marcha, huelga o bloqueo en el lago Titicaca. Mentirosa Menchú, ya obtuvo su galardón, de manera que Morales es un aspirante con el que puede hacer pareja. La Rigoberta y el Evo podrían recorrer el mundo iluminándolo, divulgando las bondades que hacen al colectivismo stalinista de la filosofía vernácula.
Como cada día los valores que hacen a la cordura de los pueblos se desvanecen con mayor rapidez, quedan menos personas dignas del honor, de manera que definir quien será el favorecido debe ser tarea difícil. Sin embargo, siguiendo las pautas que guían a los aburridos escandinavos en su adulación a los destructivos fanáticos de hoy, no sería de sorprender que Chávez, Morales o Castro estén en su lista de candidatos.
El Nóbel de La Paz, es otorgado por el Comité Nóbel de Noruega, que está formado por cinco individuos, nominados por seis años por el Storting - el Parlamento Noruego. La composición de sus miembros responde al peso relativo que sus partidos tienen en el foro, por tanto es un premio fundamentalmente político. Como los nórdicos son generalmente condescendientes izquierdistas, la distinción ha caído más veces de lo aceptable, sobre cuestionables personajes con algunas de sus afinidades. Para hacerlo más autónomo, desde 1939 no se permite que los componentes del comité sean funcionarios del gobierno y desde 1977 que sean parlamentarios en ejercicio. Pero el referente político es característica nata del ente, integrado por ex legisladores o ex funcionarios de estado que teóricamente están profundamente familiarizados con los acontecimientos mundiales.
Evo está entre las figuras que asombran al mundo, y lo asombrará más aún, aunque los motivos no parece que serán para aplaudirlo ni homenajearlo. El presidente andino ha hecho cosas insólitas, pero ninguna hasta el momento tuvo algo que ver con la paz. Para que se adjudique tan preciada presea, debe efectuar algo extraordinariamente meritorio.
Podría exigirle a su socio Fidel Castro que libere a los presos políticos en Cuba, aceptando las reglas del juego democrático, convocando a elecciones libres y permitiendo el retorno de millones de exiliados. Evo también debe darles a sus compatriotas la confianza de que él mismo es demócrata. Lo que implica entre muchas cosas más, garantizar la vida, la paz, el trabajo, y la seguridad de los bolivianos. Velar por la libertad de sus súbditos y la libre expresión de sus ideas. Preservar los derechos humanos y defender la propiedad privada. Respetar los convenios internacionales. Gobernar en forma sensible, justa y ecuánime. Y fundamentalmente debe desprenderse de sus tutores comunistas, amantes de la opresión totalitarista.
Otra opción sería que explote una guerra en el cono sur y que Evo aparezca como el pacificador. Consecuente con su pasado, es capaz de provocarla sólo para obtener tamaña distinción. Ya hizo algo parecido durante su actividad sindical, ocasionando el derrocamiento de tres gobiernos democráticos y fue retribuido con la presidencia de la república. Pero eso sólo puede suceder en Bolivia. Se supone que los noruegos son algo más inteligentes como para dejarse burlar tan fácilmente.
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