JOSE BRECHNER
Gracias a los demenciales actos de Chávez y sus ahijados, empiezan a producirse roces internacionales de verdadera magnitud a lo largo y ancho del continente americano. No es sólo la forma de vida y la estabilidad económica las que están en juego, sino la paz, la seguridad y la integridad territorial de los países de la región.
La agresiva nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia, por más que cuente con el apoyo explícito o implícito de Kirchner y Lula. Puede costarle caro al presidente brasileño. Como dice Itamaratí: Brasil es Petrobrás y Petrobrás es Brasil. Los hostiles actos de Evo y Hugo no obedecen a la búsqueda de la convivencia civilizada en armonía, ni tampoco a las necesidades energéticas ni comerciales del Brasil. Si Lula se deja manejar por el aturdido venezolano - que nada tenía que hacer en la reunión de Puerto Iguazú - aniquilará su posibilidad de ser reelegido en las próximas elecciones.
La insólita y descarada presencia de Chávez en la cumbre entre Morales, Kirchner y Lula, es una muestra del dominio que tiene sobre el presidente boliviano que no camina dos pasos sin su aprobación. Evo hace lo que él le ordena, sometiéndose de forma humillante a los intereses imperialistas de Miraflores. Su desenfrenado proceder, que es mucho más irresponsable que el de su protector, como reveló la toma por la fuerza militar de las refinerías y estaciones de servicio brasileras, está derivando en peligrosas fricciones en las que el ganador no será Bolivia.
La Argentina no confía en su vecino boliviano. De acuerdo a Francisco Olivera que sesudamente escribe en La Nación, “hay quienes acusan a Morales de tener un triple discurso: lo que promete en público, lo que promete en privado y lo que en definitiva termina por concretar”. Lo juzgan, por ejemplo, más impredecible que Néstor Kirchner. “Si Kirchner te odia, no te recibe o te critica en público. Pero esta gente te palmea la espalda, te dice una cosa y después te mata”.
Con Chile, enemigo favorito de los residentes del altiplano que siempre fueron montañeses y nunca habitaron la costa, Morales incentiva el deseo de retornar al mar. La situación tarde o temprano derivará en conflictos, porque Chile es el chivo expiatorio de los ineficientes gobernantes bolivianos que en momentos de crisis, al no saber cómo solucionar los problemas internos, recurren al odio ancestral para justificar su incapacidad y desviar la atención, culpando a los chilenos de todos sus males.
Con Perú, después del altercado con Venezuela, si sale electo Alan García - que parece haber digerido las palabras responsabilidad y sensatez – los chavistas o moderan su lenguaje y proceder o no tienen opción de lograr nada más que un mayor distanciamiento. García ya previno que no permitirá injerencias bolivarianas en la política interior de su país.
Los cínicos revolucionarios sustentados por el pretensioso venezolano, se sienten fuertes. Ya tienen bajo su dominio a Bolivia, e influyen en la Argentina, Perú, Nicaragua y México. Sin embargo, usando como referente la escalofriante experiencia boliviana, está propagándose un rechazo cada vez mayor a los lacayos de Chávez. Sus vendidos candidatos presidenciales están perdiendo espacios en las encuestas de aceptación popular.
Los superficialmente hermanados izquierdistas llegaron al poder en Latinoamérica. Sin embargo sus frágiles puntos de coincidencia comienzan a diluirse e irónicamente empiezan a enfrentarlos. Los social demócratas: Lula, Bachelet, Vázquez y García seguirán llevando a sus pueblos por el sendero del capitalismo, la apertura, la globalización y el progreso. Chávez y Morales sumergirán a Venezuela y Bolivia en la pobreza absoluta. Para salir del apuro y mantenerse en el poder, buscarán atemorizar a sus súbditos con enemigos fantasmas hasta desembocar en el armamentismo, la represión interna, las alianzas putativas con los desquiciados de moda - que incluye al atómicamente peligroso Ahmadinejad - y continuarán provocando ásperos choques con los gobernantes que no les siguen la corriente.
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